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WASHINGTON (EFE). El pasado miércoles un joven blanco de 21 años perpetró en su interior una de las peores matanzas cometidas en un centro religioso del país: asesinó a tiros a nueve feligreses negros.
En estas cuatro jornadas, el presidente Barack Obama habló más de armas que de racismo, mientras que la aspirante demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton se pronunció sin ambages sobre ambos temas controvertidos y sus competidores republicanos prefirieron esquivar debates espinosos.
“Seamos claros. En algún momento, como país, tendremos que considerar el hecho de que este tipo de violencia masiva no sucede en otras naciones avanzadas. No sucede en otros lugares con esta frecuencia”, dijo Obama desde la Casa Blanca el jueves.
Esa fue al menos la decimoquinta ocasión, según el recuento de los analistas, en la que Obama ha tenido que hacer una declaración similar tras un tiroteo masivo durante su Presidencia, “demasiadas veces”, como él mismo ha reconocido.
No haber sido capaz de avanzar en el control de la venta y posesión de armas es una de sus mayores frustraciones como presidente y, a juzgar por sus palabras de estos días, no tiene muchas esperanzas de conseguirlo en el año y medio que le queda de mandato.
“No tiene sentido que no podamos ponernos de acuerdo para mantener las armas fuera del alcance de los maltratadores, de los enfermos mentales o incluso de personas que están en una lista por sospechas de terrorismo”, dijo el sábado Hillary Clinton.
La demócrata se refería al fracaso que han encontrado en el Congreso, controlado ahora por los republicanos, todas las iniciativas de Obama en este sentido, incluso una medida bipartidista de 2013 que establecía un sistema de verificación de antecedentes para la venta de armas.
“Los costes son demasiado altos, y no tengo ni tendré miedo de seguir luchando para tener leyes de sentido común sobre las armas, en honor de todas las víctimas de la violencia sin sentido en este país”, aseguró Clinton, posicionándose como continuadora de la tarea que no ha podido completar Obama.
Su competidor en la carrera demócrata por la Presidencia, Martin O’Malley, también hizo una “llamada a la acción” en materia legislativa para acabar con lo que definió como “una horrible epidemia de violencia con armas” en el país.
Los aspirantes republicanos evitaron tanto como pudieron abordar directamente estos dos espinosos asuntos.