Economía y pobreza desafían al próximo Gobierno de Brasil

El presidente que los brasileños elijan el domingo tendrá que tomar las riendas de una economía tambaleante y poner en orden las cuentas de un país que en los últimos años vio aumentar el índice de pobreza, dejando atrás una década de esplendor económico y avance social.

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SÃO PAULO (EFE). La segunda vuelta de las elecciones la disputarán el ultraconservador Jair Bolsonaro, favorito en los sondeos, y el progresista Fernando Haddad, quienes proponen dos modelos antagónicos para recuperar una economía que crece a marcha lenta.

A las debilitadas previsiones de crecimiento se suman cofres públicos carcomidos por años de mala gestión y corrupción, una elevada deuda pública y desempleo que golpea a 12 millones de brasileños.

Los datos reflejan la situación de un gigante que avanza con pies de barro en materia económica, en medio de una creciente desigualdad y un aumento de la pobreza, que saltó de 17,1 millones en 2014 a 23,3 millones en 2018.

Brasil dejó atrás su “época dorada”, en la que disfrutó de una economía boyante y levantó la bandera de la lucha contra la miseria bajo el Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Lula da Silva, en la cárcel por la corrupción que se desató mientras estuvo en el poder.

En una década el país consiguió sacar de la pobreza a unos 30 millones de personas con políticas públicas y programas de transferencia de renta como la “Bolsa Familia”, mientras los inversores extranjeros apostaban por la mayor economía de Sudamérica y una ampliada clase media hacía girar la rueda del consumo.

Pero la situación se torció en el segundo mandato de la expresidenta Dilma Rousseff y Brasil se sumergió entonces en la peor recesión económica de su historia (2015-2016), coincidiendo con una grave crisis política que desencadenó en la destitución de la gobernante.

El poder lo asumió entonces su vicepresidente, Michel Temer, quien llevó adelante un paquete de medidas de austeridad para arreglar las maltrechas cuentas públicas.

Bolsonaro, guiado por su consejero económico, Paulo Guedes, promete que si llega al poder pondrá en marcha una agenda liberal, con peso en las reformas y privatizaciones, mientras que Haddad garantiza ajustes fiscales más moderados, sin comprometer a las clases más desfavorecidas.

La agenda liberal del ultraderechista le sirvió para ganarse el apoyo de los inversores. Pero Bolsonaro también prometió mantener algunos programas sociales y ampliar el programa Bolsa Familia, impulsado por el gobierno de Lula y el cual ofrece un subsidio de hasta 195 reales (unos G. 319.000) para familias con baja renta. 

Su rival, Fernando Haddad, ha reforzado el sello social que estuvo presente durante la gestión de Lula y que le valió el apoyo de los más pobres, especialmente en la región noreste del país. Además de Bolsa Familia, defiende una reforma tributaria y bancaria, la exención del impuesto de renta para aquellos que viven con hasta cinco salarios mínimos y un aumento de la carga tributaria para los más ricos.

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