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CIUDAD DEL VATICANO (ANSA, AFP). El papa Francisco advirtió a los 14 nuevos cardenales designados sobre la “búsqueda de los primeros lugares, celos, envidias, intrigas, ajustes y acuerdos”.
El nuevo Colegio Cardenalicio consta de 226 miembros, de los cuales 125 son votantes y otros 101 mayores de ochenta años no ejercen ese derecho.
Con los nombramientos de los once nuevos “electores”, el grupo de los cardenales votantes designados por Francisco totaliza 59 y supera ampliamente a los de Benedicto XVI, 47, y a los de Juan Pablo II, 19.
Vaticanistas estimaron que con los nuevos purpurados cambiarán también los equilibrios de un hipotético cónclave. Es decir, 11 de ellos –menores de 80 años– podrán participar en la elección del sucesor del Papa argentino, que está creando poco a poco un colegio cardenalicio menos europeo, con unos miembros a menudo comprometidos con la paz y la justicia social.
En su quinto consistorio, frente a doce delegaciones nacionales, el Papa confirió el birrete rojo, signo de la disponibilidad a comportarse “con fortaleza hasta dar su sangre si fuera necesario, y el anillo a 14 nuevos cardenales, de los cuales once son electores” y tres tienen más de 80 años de edad.
Los nuevos purpurados son: el iraquí Louis Raphael I Sako, patriarca caldeo de Bagdad; Luis Ladaria, español, prefecto de la Doctrina de la Fe; Angelo De Donatis, vicario de Roma; Giovanni Angelo Becciu; Konrad Krajewski, polaco; y Joseph Coutts, arzobispo de Pakistán.
Prosiguen en la lista con Antonio dos Santos Marto, obispo de Portugal; Pedro Barreto, arzobispo de Perú; Desiré Tsarahazana, arzobispo de Madagascar; Giuseppe Petrocchi, arzobispo de L’Aquila, Italia; y Thomas Aquinas Manyo, arzobispo deJapón.
Los tres mayores de 80 años y, por ende, “no electores” son: Sergio Obeso Rivera, exarzobispo de México; Toribio Ticona Porco, exprelado de Corocoro, Bolivia; y Aquilino Bocos Merino, español.
“Este es el más alto honor que podemos obtener, la mayor promoción que nos puede ser conferida: servir a Cristo en el pueblo fiel de Dios”, aunque les advirtió que ninguno de ellos “debe sentirse superior a otro.
“Para qué sirve ganar el mundo entero si se está corroído por dentro? ¿Para qué sirve ganar el mundo entero si se vive presos de intrigas asfixiantes que marchitan y hacen estéril el corazóny la misión?”, afirmó el Papa.