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La fiscal general Raquel Dodge, quien asumió el cargo el lunes, había invitado a quedarse a los miembros del equipo que trabajaban en el caso. Sin embargo, pocos expresaron interés en continuar, y Dodge, de 56 años y que ha trabajado tres décadas como fiscal, decidió reemplazar a todo los integrantes del equipo con sus propios elegidos.
La clase política brasileña, totalmente involucrada en la corrupción, busca hace tiempo parar las investigaciones fiscales sobre este tema.
La “Operación Lava Jato”, que comenzó a principios de 2014, llevó a una lucha sin precedentes contra la corrupción en Brasil.
El equipo de fiscales ha descubierto un esquema de miles de millones de dólares en sobornos montado bajo el gobierno de Lula da Silva y que continuó con su sucesora Dilma Rousseff.