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LA HABANA y MIAMI (EFE, ANSA). “El régimen (castrista) está apostando por un continuismo y quizás piense o albergue la esperanza de que Panamá sea un escenario propicio donde pueda legitimarse moralmente en el área internacional”, dijo el opositor Jorge Luis García Pérez “Antúnez” a la prensa.
Por otra parte, entre los cubanos que parten de la propia isla estarían Elizardo Sánchez, que encabeza un grupo sobre derechos humanos y Guillermo Fariñas, un activista que recibió el premio Sajarov del Parlamento Europeo en 2010.
“Antúnez”, secretario general del Frente de Resistencia Cívica Orlando Zapata, señaló que organizarán un simposio para analizar la situación en la isla.
“Nuestro objetivo allí es exponer que la represión en Cuba no ha cambiado, que a raíz de los acuerdos entre Barack Obama y La Habana lo que ha hecho es recrudecerse más el clima represivo que impera en nuestro país”, destacó.
Mientras tanto, partidarios del régimen castrista expresaron “preocupación” al gobierno de Panamá por “actividades convocadas” por opositores de Cuba y Venezuela durante la Cumbre de las Américas dirigidas a “denigrar” a las representaciones de los gobiernos de esos países.
Según esos grupos, los opositores cubanos y venezolanos tienen el objetivo de “injerirse en los asuntos internos de ambas naciones, en el marco de la Cumbre de las Américas”.
La presidenta de Madres y Mujeres Antirrepresión Por Cuba (M.A.R. Por Cuba), Sylvia Iriondo, recalcó que la delegación de opositores llevará el mensaje de que la situación en Cuba no ha variado y para que sí lo haga tienen que producirse cambios en el propio Gobierno de la isla.
“Lo que tiene que cambiar no es la misión de la Organización de Estados Americanos (...). Lo que tiene que cambiar es ese régimen y la complicidad de los Estados miembros que representan democracias verdaderas en nuestra región con las dictaduras y regímenes totalitarios de nuestro hemisferio”, aseveró.
En este sentido, “Antúnez” subrayó que un sistema democrático y libre solo sería posible en Cuba a partir de una “separación definitiva de los hermanos Castro del poder y de un proceso de reformas que tenga bases populares”.
El régimen cubano considera a toda oposición como “mercenaria” y trata a los disidentes como enemigos, no como adversarios políticos.