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CARACAS (AFP).Cae el sol con fuerza y Marling está sofocada con su barriga de siete meses en una cola que serpentea un supermercado de Caracas. Tiene un 177 pintado en un brazo (su número en la fila) y estalla en cólera al saber que se acabaron los pañales que iba a comprar.
“¿Cómo no me van a dar ganas de llorar? Estoy aquí desde las cuatro de la mañana y da rabia hacer horas de colas y llevar una o dos cosas o nada. Estoy cansada de esto. Va de mal en peor”, dice Marling Durán, un ama de casa de 27 años, quien deja la fila pasado el mediodía.
Depresión, angustia, ansiedad, resentimiento, pánico, pesimismo, paranoia, ira y desilusión componen el “cóctel emocional” de muchos venezolanos, según Liliana Castiglione y Stefania Aguzzi, creadoras de “Psicólogas al rescate”, para ayudar a enfrentar las aflicciones del ciudadano común en esta grave crisis.
“La crisis disparó el estrés y disminuyó la tolerancia. Vemos casos de úlceras, infartos, suicidios, gran agresividad en la calle”, comentó Castiglione.
Miedos y rabias
En la cola de la tercera edad, Lidubina Calzadilla, una jubilada de 70 años, vecina del populoso barrio Petare, dice vivir angustiada porque no halla medicamentos para la hipertensión y una úlcera varicosa. “Me deprimo y me da taquicardia pensando ¿será que ya me voy a morir?”.
“Estamos al colapso, donde la gente ya no cree(...) Yo trato de ser positivo; pero voy a bañarme y no hay agua o no hay jabón o no tengo desodorante porque o no se consigue o está carísimo. Así cuesta mucho ser optimista”, comenta Omar Mendoza, un abogado de 45 años.
Marling quiere referendo porque “esto o cambia pa’bien o cambia pa’peor”, aunque no simpatiza con ningún líder opositor. Lidubina siempre apoyó a Chávez; mientras, para Omar “si no hay revocatorio habrá estallido social”.
Castiglione lamenta que “la desesperanza se ha sembrado en muchos”. “De ahí a la depresión hay un paso, que lleva al conformismo e inacción”, estimó.
Chavismo copa distribución alimentaria
CARACAS (EFE). La severa escasez de productos básicos en Venezuela ha llevado a que la foto diaria del país sea una inmensa fila frente a los puestos de venta, ante lo cual el partido oficialista ha copado la distribución de alimentos comprado con el dinero público, a través de los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
El coordinador dice, sin ambigüedades, que los miembros deben ser “del Partido (Socialista Unido de Venezuela, PSUV), porque esto es política”.
Las denuncias de corrupción son constantes, mientras en la favela más grande de Latinoamérica ubicada en el este de Caracas sus habitantes nunca han recibido los productos.