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Al bombardeo llevado a cabo anteayer por cazas indios a campamentos insurgentes dentro de territorio paquistaní siguió ayer una presunta incursión de aviones paquistaníes en la Cachemira india, unos ataques aéreos sin precedentes desde hace casi cincuenta años.
Ajai Sahni, el director del Instituto de Gestión de Conflictos de Nueva Delhi, se mostró pesimista ante la posibilidad de que ambas potencias alcancen pronto una solución al conflicto.
“El problema ahora mismo es que todo esto se ha unido a una campaña política y, más importante, a una campaña electoral. Tenemos elecciones generales (en la India) en un par de meses, y el Gobierno indio ha puesto en el centro de su campaña la cuestión de castigar y humillar a Pakistán”, lamentó Sahni.
El ataque a las fuerzas de seguridad indias en la conflictiva región de Cachemira, disputada por ambos países, fue reivindicado por el grupo terrorista con base en Pakistán Jaish-e-Mohammed (JeM), y Nueva Delhi ha denunciado la implicación del gobierno pakistaní.
El analista dijo que esto obligó al Gobierno del primer ministro, Narendra Modi, a sacar músculo militar con el beneficio añadido de silenciar momentáneamente a la oposición india.
Islamabad y Nueva Delhi están determinados a no dar un paso atrás, explicó, y la única solución sería encontrar una fórmula para salvar la reputación de ambos países, que han librado tres guerras y numerosos conflictos menores desde su nacimiento en 1947.
Pero a pesar del aumento de la tensión, Sahni no cree que vaya a estallar una guerra convencional o nuclear: “ninguno de los dos países es suicida”.
Al igual que sucede en la Línea de Control (LoC, frontera de facto en Cachemira), donde ambos países bombardean posiciones enemigas frecuentemente, la India y Pakistán podrían comenzar a hacer incursiones aéreas periódicas.
“Ellos perderán un avión, nosotros perderemos un avión, y esta locura continuará porque ningún bando está dispuesto a retirarse pero tampoco quiere elevar la tensión más allá de cierto punto”, explicó.