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El exgobernante lideró en una hostería en la ciudad de Esmeraldas, la que llama la VII convención de AP, un movimiento cuyo control se disputa con el Jefe de Estado.
El pulso entre ambos, que comenzó por temas políticos poco después de que Correa le entregase el poder a Moreno el pasado 24 de mayo, se agudizó cuando el actual gobernante se quejó de la “crítica” situación económica que había heredado.
Pero la situación se resquebrajó cuando el ala correísta de AP intentó cesa como presidente del movimiento a Moreno, una acción que un tribunal penal anuló un día después.
Luego, Moreno hizo una purga en AP y sacó de la vicepresidencia y de la secretaría del grupo al excanciller Ricardo Patiño y a la expresidenta de la Asamblea Nacional y ahora legisladora oficialista Gabriela Rivadeneira, ambos presentes en la reunión de Esmeraldas.
Correa, que gobernó Ecuador entre 2007 y 2017, y que desde julio pasado vive en Bélgica, de donde es oriunda su esposa, regresó el pasado fin de semana al país andino para liderar la reunión política de Esmeraldas.
La ley exige un veedor del Consejo Nacional Electoral (CNE) para las convenciones partidarias.
Como la reunión correísta no fue convocada por las autoridades del partido, el CNE no envió un veedor.
Entonces, Correa dijo que habían pedido que envíen uno, solo “por cortesía”, pero que no necesitan ese requisito legal, pues esta no es una reunión “con fines electorales”.