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A partir del próximo 20 de mayo, Día Mundial de la Metrología –cuando entra en vigor el nuevo sistema–, la unidad básica de peso no estará definida por un cilindro de platino e iridio atesorado desde hace 130 años en Sèvres (a 14 kilómetros de París), y será sustituido por una fórmula matemática.
El kilo se definirá en relación con la constante de Planck, bautizada en honor a uno de los padres de la teoría de la mecánica cuántica, el físico alemán Max Planck.
El kilo era la última medida definida por un objeto físico.
Aunque guardado celosamente en una caja fuerte bajo tres campanas de cristal, los científicos determinaron que el “Gran Kilo” había perdido alrededor de 50 microgramos.
El campo más beneficiado con la revisión sería el comercio. Así quedan estabilizadas las transacciones a largo plazo, porque se asegura que la unidad de masa va a ser la misma, y se ha abierto la puerta al desarrollo tecnológico.
De la misma manera que la redefinición del segundo permitió desarrollar los sistemas de navegación por satélite, se espera que la nueva definición del kilo aporte más precisión en ámbitos como la administración de medicamentos o la seguridad en los transportes.