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WASHINGTON (EFE).El documento analiza el uso de polémicos procesos de interrogatorio a sospechosos y miembros de la red Al Qaeda retenidos en instalaciones secretas en Europa y Asia en los ocho años posteriores a los atentados del 11 de setiembre de 2001 (11-S).
Según el estudio, los detenidos tras los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York sufrieron prácticas como la privación de sueño durante más de una semana y la amenaza continua de que no iban a salir vivos de la custodia a la que estaban siendo sometidos.
Entre otras cosas, el texto indica que, con la aprobación del personal médico de la CIA, al menos cinco de los prisioneros fueron sometidos a procedimientos “médicamente innecesarios” de alimentación rectal o hidratación rectal y otros tantos a baños de hielo.
“Uno de los interrogadores le dijo a otro detenido que nunca irían a juicio porque no podían dejar nunca saber al mundo qué les habían hecho”, relata el informe.
“Agentes de la CIA también amenazaron al menos a tres detenidos con hacer daño a sus familias, incluyendo a los hijos de un detenido, y con abusar sexualmente de la madre de otro y ‘rajarle la garganta a su madre’”, detalla el texto.
El informe del Senado describe, asimismo, las prácticas de asfixia simulada practicadas al reconocido como cerebro del 11-S, Khalid Shaikh Mohammed, así como a otros detenidos, definidos como series de ahogamientos que en muchas ocasiones les producían vómitos.
La senadora demócrata Dianne Feinstein, presidenta del comité, presentó ante el pleno de la Cámara alta el estudio. Feinstein dijo que “nunca hubiera sido un buen momento para publicarlo”, dado su contenido y la inestabilidad internacional en zonas como Oriente Medio, pero insistió en la necesidad de que sea utilizado “para restablecer los valores del país”.
De hecho, el Pentágono y el Departamento de Estado de EE.UU. instruyeron la semana pasada a sus puestos en todo el mundo para revisar su seguridad por la posibilidad de agitación a raíz de la divulgación del informe.
La legisladora, que dirigió la redacción del texto, explicó que “ningún agente de la CIA, ni directores de la CIA” informaron al entonces presidente de EE.UU., George W. Bush, sobre las técnicas utilizadas.