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SANÁ (AFP). Yemen es uno de los aliados cruciales de Occidente contra la lucha de grupos terroristas en la zona.
Los combatientes chiitas de Ansarualá, llamadas también hutíes por el apellido de su líder, anunciaron el viernes la disolución del Parlamento y la instauración de un nuevo poder, tras haber forzado la dimisión a finales de enero del entonces presidente Abd Rabo Mansur Hadi y el primer ministro, Jaled Bahah.
“Los hutíes no pueden por sí solos gobernar Yemen. Solamente controlan tres provincias del norte: Saná, Amran y Saada” , destacó el analista yemení Ali al Bakaly.
“Las demás provincias no están a su alcance. Si intentaran imponerse en ellas, provocarían una guerra civil” en el país, donde la población está fuertemente armada, añadió.
La milicia chiita entró a la capital Saná en setiembre y tomó a fines de enero el control del palacio presidencial y de las demás instituciones del Estado y del gobierno.
La disolución del Parlamento y la instalación de nuevas instancias dirigentes fueron desaprobadas incluso por el Congreso Popular General del expresidente Ali Abdalá Saleh, que se había convertido en su aliado.