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Tras el anuncio, el jueves en Suiza de los “parámetros” de este acuerdo marco histórico negociado desde hace 18 meses, Irán y las grandes potencias deberán ahora resolver los difíciles detalles técnicos, en vistas a lograr un acuerdo definitivo antes de la fecha límite del 30 de junio.
Pero la firma de este compromiso no implica que la confianza sea plena. Los occidentales advierten que todo lo acordado podría ser revisado si Teherán no cumple su parte.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, exigió una mayor presión sobre Irán para obtener un mejor acuerdo y reclamó a Teherán que reconozca “sin ambigüedades” el derecho a Israel a existir en todo el pacto nuclear, una exigencia irrealizable puesto que ambos países son enemigos jurados.
Tras las maratonianas conversaciones en Suiza, con un papel dominante de Estados Unidos, con quien Irán no tiene relaciones diplomáticas, el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif, y su equipo de expertos fueron recibidos como héroes por una multitud a su vuelta a Teherán.
El acuerdo marco contempla, entre otros puntos, la reducción de las centrifugadoras en Irán, que pasarán de 10.000 activas a 6.000, y el compromiso de no enriquecer uranio durante 15 años en el complejo nuclear de Fordo, construido en el interior de una montaña y, por tanto, de difícil acceso y supervisión. Asimismo, prevé que las sanciones estadounidenses y europeas sean suspendidas desde el momento en que la Agencia Internacional de la Energía Atómica certifique el respeto de Teherán a los compromisos.