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“Las aguas de marzo cerrando el verano...” dice la canción de Tom Jobim, pero esta vez se adelantaron un poquito en São Paulo donde el carnaval pasó por agua y también algo de granizo. “Nunca un carnaval se suspendió por lluvia”, dice Phoebe Vecchioni; quien estaba en la cima de una carroza y debió ser bajada con la ayuda de uno de los monitores, pues fue alzada hasta allí con la ayuda de una grúa. Soportó estoicamente la lluvia al ritmo de samba, pero la granizada hizo parar la música y debió guarecerse un rato bajo una carpa auxiliar de la Escuela de la Asociación “Rosas de Oro” una de las siete participantes de la carnestolenda paulista.
Con el vestuario empapado y las plumas totalmente pegadas, Phoebe aguardó que escampara y volvió a subir con el mismo entusiasmo para seguir los pasos a lo largo del sambódromo.
“Adoro el carnaval, es una de las cosas más importantes para mí”, dice Giulieta, una farmacéutica graduada que también participaba de la fiesta. La alegría se refleja en los rostros empapados de las pasistas para las que el agua es solo un aliciente.
“Sambar es la energía que sale del corazón y del alma. La lluvia no nos afecta... Yo soy de oro y soy la campeona”, agrega Renata Graciana, una bibliotecaria que también se sumó a la mayor fiesta paulista.
El desfile de las escuelas participantes comenzó hacia las 23:00 del viernes y siguió hasta la mañana siguiente con la participación de siete escuelas, una de ellas representó el casino y tenía un bloque completamente paraguayo en alusión a los casinos de Ciudad del Este. Esto ya lo debimos ver por televisión camino al aeropuerto para trasladarnos a Río de Janeiro, con una invitación de Embratur, el Instituto Brasileño de Turismo.
El carnaval es feriado nacional en todo Brasil hasta el mediodía del miércoles. En estas fechas se perdona todo con la excusa perfecta: es carnaval y todo el mundo lo sabe.