Canciller colombiana ratifica a ABC confianza en acuerdo de paz con FARC

En víspera del referendo, en Colombia, que pondrá a consideración popular el Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno y las FARC, la canciller de ese país, María Ángela Holguín, accedió a responder un cuestionario enviado por ABC Color, vía internet, sobre este histórico acontecimiento. Algunas cuestiones han quedado por aclarar y repreguntar (imposible en esta oportunidad por lo apretado del tiempo), pero nuestros lectores podrán apreciar la visión gubernamental sobre varios de los puntos más delicados y controvertidos del polémico documento.

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–¿Cuánto tiempo prevé el Gobierno colombiano que tardará en alcanzarse una pacificación efectiva tras este Acuerdo?

–Aquí, lo realmente importante es empezar cuanto antes con la implementación de los Acuerdos; esa es la fase que nos impone mayores desafíos y la que nos llevará a eso que usted llama pacificación efectiva.

Quiero decirle que el fin de la guerra ya se siente en todo el territorio nacional. Desde el lunes 29 de agosto, que se decretó el cese al fuego bilateral y definitivo, no ha habido ningún enfrentamiento con las FARC, no ha habido ni un muerto ni un herido.

Cada día que vivimos sin conflicto con las FARC estamos salvando vidas. Ahora está en manos de los colombianos el que no haya más muertos, más mutilados ni más desplazados.

–¿Qué pasará con los miembros de las FARC que se nieguen a desmovilizarse?

–Sobre este tema el presidente Juan Manuel Santos les pidió a los miembros de las FARC que se acogieran a este proceso, porque será su última oportunidad.

Las personas que se queden por fuera, luego de la firma del Acuerdo, serán objeto de persecución de la fuerza pública y de la justicia, y no recibirán ningún beneficio.

Se perseguirá contundentemente a los que delinquen, a los que estén en el narcotráfico o en cualquier actividad ilícita.

–¿Qué pasará con los crímenes de lesa humanidad cometidos por las FARC?

–Le agradezco esta pregunta porque me permite reiterar y enfatizar que los crímenes de lesa humanidad no serán amnistiados o indultados, como ha ocurrido mundialmente en este tipo de acuerdo, y como mentirosamente se ha dicho.

Estamos frente al primer acuerdo de paz del mundo en el que ambas partes de la mesa acordaron la creación de un tribunal para juzgar los delitos de lesa humanidad cometidos en el conflicto armado.

Un Acuerdo que ha sido incluso destacado por la propia fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, quien ha reconocido que el Acuerdo está en consonancia con lo dispuesto en el Estatuto de Roma y el Derecho Internacional.

Y, ¿qué exige el Estatuto de Roma? Pues, que los autores de crímenes de lesa humanidad y de guerra sean investigados, juzgados y sancionados y eso aquí va a ocurrir.

Se creó un tribunal con todas las garantías para que se investigue, se juzgue y se sancione. Para los magistrados que dictarán esos fallos se ha buscado la mayor idoneidad posible, no solo en cuanto a las condiciones profesionales que deben tener esos jueces sino también en cuanto a quien los nominará. Puntos conflictivos

–¿Se podrá verificar que las FARC liberarán efectivamente a todos los menores usados como esclavos sexuales y niños soldado?

–La salida de los menores se está haciendo en varias etapas, y por frentes, y cuenta con el acompañamiento del Comité Internacional de la Cruz Roja (CIRC) y la Unicef.

No entrarán niños a las zonas veredales de normalización; para ese momento todos los niños estarán liberados (esas son las zonas donde las FARC dejarán sus armas y pasarán un tiempo de adaptación).

–¿Por qué se tomó la decisión de conceder bancas “blindadas” a las FARC en el Parlamento?

–El verdadero sentido de este Acuerdo, y de cualquier acuerdo de paz, es superar la confrontación armada; que no se defiendan o promuevan ideales con armas sino con argumentos.

En Colombia, todos los presidentes que quisieron hacer la paz, sin excepción, contemplaron que la guerrilla de las FARC debía transformarse en un partido político para que fuera al Congreso.

Lo que el Acuerdo contempla es que tengan representación, en 5 curules de 102 que hay en el Senado, y 5 de 166 que hay en la Cámara de Representantes; estamos hablando de 5 y 3 por ciento.

Estos no son asientos adicionales a los que obtengan ellos en las urnas, sino un mínimo que se mantendrá solo por dos periodos.

Transcurrido ese plazo, la participación del partido que formarán las FARC no tendrá ningún privilegio y será igual a cualquier otro partido.

Pero quiero ir más allá, poniendo como ejemplo lo que ha sucedido con otros procesos de paz que se han dado en el mundo y que sirven para que la gente comprenda más este punto: en el acuerdo de Nepal se negociaron para los insurgentes 83 escaños de 330; en Angola les adjudicaron 70 de 220, en Liberia 26 de 176. Es claro: se dejan las armas para defender las ideas con palabras y argumentos.

–¿No teme el Gobierno que las zonas donde las FARC se reunirán durante los meses siguientes al desarme se conviertan en “zonas liberadas” de facto?

–Estamos hablando de unas zonas que se necesitan transitoriamente, solo por 180 días y alejadas de los centros altamente poblados; son zonas donde se hará la desmovilización del grupo armado.

Estos lugares de ubicación fueron diseñados para la dejación de las armas y el tránsito de los guerrilleros a la legalidad. Se trata de paz con seguridad.

El movimiento hacia estas zonas contará con todas las medidas de seguridad por parte de la fuerza pública y tendrá el monitoreo y verificación de las Naciones Unidas.

A los 180 días, estas zonas de las que estamos hablando desaparecerán.

–¿Qué responde a las críticas sobre la pregunta del referendo donde se da a entender que negarse a este Acuerdo en particular equivale a estar en contra de la paz?

–Yo creo que estamos ante una oportunidad única de cambiar la historia del país.

El conflicto colombiano ha durado más de 50 años, ha dejado más de 8 millones de víctimas y 7 millones de desplazados.

Solo en los últimos años, entre 2002 y 2016, murieron 7.498 miembros de la fuerza pública.

El costo económico ha sido incalculable, incluyendo el abandono de la mayor parte del campo colombiano y la proliferación del narcotráfico.

Debemos darle una oportunidad a la paz, y acá los colombianos tendrán que decidir si quieren un país en paz o seguir en el conflicto que nos ha desangrado.

La pregunta es tal cual: apoya el Acuerdo, sí o no, y dice el nombre del acuerdo.

Esperanza

–¿Qué mensaje daría usted a quienes se muestran escépticos de la viabilidad de este Acuerdo?

–Lo más valioso del Acuerdo es que no se limita al cese al fuego y a la dejación de las armas, sino que apunta a los dos principales pilares del conflicto.

En primer lugar, constituye a las víctimas como centro del acuerdo, considerando su reparación y la no repetición.

Para esto último se crea una Jurisdicción de Justicia Transicional donde, y quiero ser muy enfática, los crímenes de lesa humanidad no son amnistiados o indultados.

Al mismo tiempo se trazan políticas para solucionar las causas que facilitaron el surgimiento, desarrollo y prolongación del conflicto armado, preocupándose de mejorar radicalmente las condiciones del campo colombiano.

Y, en segundo lugar, se invertirá en el campo para mejorar su competitividad y se creará un Fondo de Tierras constituido por las tierras del Estado, baldíos, propiedades recuperadas del narcotráfico y tenencias ilegales.

Yo creo que para alcanzar la paz hay que tener una actitud de paz.

Uno no puede pensar en paz cuando lo que quiere es venganza.

Los colombianos tenemos el gran reto de superar los odios y los rencores y pasar la página de tanto dolor, pensando en lo colectivo y no en lo individual y teniendo como norte el futuro de un país.

Entre crímenes y esperanza

El “Ejército de Liberación Nacional - Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”, más conocido como las FARC, inició formalmente su acción violenta en 1964, buscando implantar en Colombia una dictadura comunista.

El grupo, como tantos otros de la época, contaba con el apoyo financiero y logístico de los regímenes comunista de Cuba, y a través de la isla, de la propia Unión Soviética.

En su actividad violenta, recurren al secuestro extorsivo, matanzas de campesinos, colocación de minas, rapto de menores para ser usados como esclavos sexuales y niños soldado.

Hubo varios intentos de paz en el pasado, algunos llegaron más lejos que otros. Los más resonantes fueron los iniciados en 1984, 1991 y 1999.

El actual Acuerdo de Paz comenzó a negociarse oficialmente en octubre de 2012 y se someterá a referendo el domingo 2 de octubre, con la esperanza de que selle una paz definitiva.

El documento final contiene una serie de puntos polémicos, como el trato leve de los crímenes de lesa humanidad; el fortalecimiento político de las FARC, sin que hayan abjurado de su ideología totalitaria; o la cesión ante su actividad en el narcotráfico (como que no se fumiguen sus plantaciones de coca, principal fuente de ingreso de su actividad ilegal).

lduarte@abc.com.py

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