Cargando...
La mayor economía latinoamericana es un país que, en apenas dos años, vio el impeachment a la presidenta de izquierda, Dilma Rousseff; a su reemplazo, el conservador Michel Temer, ser acusado de corrupción; y a su predecesor, Lula da Silva, encarcelado.
Con centenas de políticos señalados por la gigantesca operación anticorrupción “Lava Jato”, los electores también quieren alguien incorruptible.
Barbosa, que se levantó de la pobreza para convertirse en el primer negro en presidir el Supremo Tribunal Federal (STF), tiene credenciales únicas.
Como juez, su principal logro fue supervisar otra gran cruzada anticorrupción, el “Mensalão”, que comenzó en 2005, golpeando de forma dura al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula. Y desde su retiro en 2014 ha estado fuera del ojo público.
Aunque necesita fijar aún posiciones firmes en las principales controversias políticas y económicas que marcan la escena brasileña.
Este abogado de 63 años empezó su carrera profesional como limpiador, pero aún no ha confirmado su candidatura.
Trabajando largas jornadas, estudió derecho en la Universidad de Brasilia, se desempeñó brevemente en el prestigioso servicio diplomático brasileño, aprendió varios idiomas y ascendió inexorablemente al Supremo Tribunal.
Técnicamente, Barbosa no sería el primer presidente negro de Brasil, un honor generalmente concedido a Nilo Peçanha, un mestizo que gobernó el país entre 1909 y 1910. Pero en estos tiempos que corren, la elección de Barbosa sí sería revolucionaria.