Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por El, afirmó en su primera homilía como pontífice pronunciada ante miles de personas en la plaza de San Pedro.
La transformación del que fue el guardián del dogma, temido por su estilo rígido y frío, ha sido clara para los numerosos creyentes que han escuchado sus palabras y declaraciones desde que el cardenal alemán Joseph Ratzinger fue elegido el pasado 19 de abril para ocupar el trono de Pedro.
Me pareció una homilía humilde, fácil de seguir, comentó Luca, quien apreció también el estilo didáctico del nuevo Papa, quien dedicó buen parte de las cuatro páginas de su largo discurso a explicar el significado y la historia de los símbolos que recibía como sucesor de Pedro: el palio o estola litúrgica y el anillo de Pescador.
Conocido profesor de teología, el pontífice alemán, de 78 años, que habla varios idiomas y ha escrito numerosos libros, podría conquistar a las muchedumbres gracias a una sabiduría puesta al servicio de los demás, menos mediática pero con más contenido pastoral.
En lugar de exponer un programa, desearía más bien intentar comentar simplemente los dos signos con los que se representa litúrgicamente el inicio del Ministerio Petrino, admitió, lanzándose en una interesante explicación, seguida atentamente por las cientos de personas que asistían a la ceremonia en la explanada.
En realidad, el simbolismo del Palio es más concreto aún: la lana de cordero representa la oveja perdida, enferma o débil, que el pastor lleva a cuestas para conducirla a las aguas de la vida, agregó.
El pastor no es indiferente a que muchas personas vaguen por el desierto. Y hay muchas formas de desierto: el desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed; el desierto del abandono, de la soledad, del amor quebrantado. Existe también el desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas que ya no tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre, dijo.
El texto del Papa, en el que reconoce, recuerda y añora con afecto a su predecesor y amigo Juan Pablo II, representa también una nueva forma de ser pontífice y la certeza de tener que abandonar el propio pasado, las propias ideas y posiciones.
Juan Pablo II hablaba a los fuertes, a los poderosos del mundo, los cuales tenían miedo de que Cristo pudiera quitarles algo de su poder, si lo hubieran dejado entrar y hubieran concedido la libertad a la fe, dijo.
Pero el nuevo Pontífice reconoció: Sí, El les habría quitado algo: el dominio de la corrupción, del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad. Pero no les habría quitado nada de lo que pertenece a la libertad del hombre, a su dignidad, a la edificación de una sociedad justa, añadió.
El nuevo Papa, que comenzó reconociendo que es un débil siervo de Dios pidió a los católicos que recen por él, para que no tenga miedo y no huya ante los lobos y no deje abandonadas a sus ovejas (los fieles).
Al final no pudo evitar un cierto pesimismo cuando se refirió a las aguas saladas de las que hay que rescatar a los peces o a las redes rotas de la Iglesia.
Ante el peso y el carisma de su antecesor, Benedicto XVI resolvió mostrar una cara desconocida para los fieles: el rostro sonrojado por la emoción y un cierto pudor frente a la multitud que lo ovacionaba mientras bendecía desde el papamóvil decapotable.
Ante el riesgo de que muchos neoconservadores lo utilicen, ha querido decir que es una persona independiente, comentó un joven italiano, convencido de que la imagen del Papa conservador de mano de hierro con la que ha sido presentado está destinada a cambiar.
La transformación del que fue el guardián del dogma, temido por su estilo rígido y frío, ha sido clara para los numerosos creyentes que han escuchado sus palabras y declaraciones desde que el cardenal alemán Joseph Ratzinger fue elegido el pasado 19 de abril para ocupar el trono de Pedro.
Me pareció una homilía humilde, fácil de seguir, comentó Luca, quien apreció también el estilo didáctico del nuevo Papa, quien dedicó buen parte de las cuatro páginas de su largo discurso a explicar el significado y la historia de los símbolos que recibía como sucesor de Pedro: el palio o estola litúrgica y el anillo de Pescador.
Conocido profesor de teología, el pontífice alemán, de 78 años, que habla varios idiomas y ha escrito numerosos libros, podría conquistar a las muchedumbres gracias a una sabiduría puesta al servicio de los demás, menos mediática pero con más contenido pastoral.
En lugar de exponer un programa, desearía más bien intentar comentar simplemente los dos signos con los que se representa litúrgicamente el inicio del Ministerio Petrino, admitió, lanzándose en una interesante explicación, seguida atentamente por las cientos de personas que asistían a la ceremonia en la explanada.
En realidad, el simbolismo del Palio es más concreto aún: la lana de cordero representa la oveja perdida, enferma o débil, que el pastor lleva a cuestas para conducirla a las aguas de la vida, agregó.
El pastor no es indiferente a que muchas personas vaguen por el desierto. Y hay muchas formas de desierto: el desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed; el desierto del abandono, de la soledad, del amor quebrantado. Existe también el desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas que ya no tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre, dijo.
El texto del Papa, en el que reconoce, recuerda y añora con afecto a su predecesor y amigo Juan Pablo II, representa también una nueva forma de ser pontífice y la certeza de tener que abandonar el propio pasado, las propias ideas y posiciones.
Juan Pablo II hablaba a los fuertes, a los poderosos del mundo, los cuales tenían miedo de que Cristo pudiera quitarles algo de su poder, si lo hubieran dejado entrar y hubieran concedido la libertad a la fe, dijo.
Pero el nuevo Pontífice reconoció: Sí, El les habría quitado algo: el dominio de la corrupción, del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad. Pero no les habría quitado nada de lo que pertenece a la libertad del hombre, a su dignidad, a la edificación de una sociedad justa, añadió.
El nuevo Papa, que comenzó reconociendo que es un débil siervo de Dios pidió a los católicos que recen por él, para que no tenga miedo y no huya ante los lobos y no deje abandonadas a sus ovejas (los fieles).
Al final no pudo evitar un cierto pesimismo cuando se refirió a las aguas saladas de las que hay que rescatar a los peces o a las redes rotas de la Iglesia.
Ante el peso y el carisma de su antecesor, Benedicto XVI resolvió mostrar una cara desconocida para los fieles: el rostro sonrojado por la emoción y un cierto pudor frente a la multitud que lo ovacionaba mientras bendecía desde el papamóvil decapotable.
Ante el riesgo de que muchos neoconservadores lo utilicen, ha querido decir que es una persona independiente, comentó un joven italiano, convencido de que la imagen del Papa conservador de mano de hierro con la que ha sido presentado está destinada a cambiar.