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Hijo de un albañil y una limpiadora, Barbosa, de 58 años, tomó juramento del cargo en la sede del tribunal ante los demás magistrados, la presidenta Dilma Rousseff y altas autoridades del país.
Debo decir “honestamente que hay un gran déficit de justicia entre nosotros. No todos los brasileños son tratados con la misma consideración cuando recurren a la justicia. Lo que se ve aquí es un tratamiento privilegiado”, afirmó Barbosa.
Último país del continente en abolir la esclavitud en 1888, Brasil recibió la llegada de Barbosa al máximo cargo del poder judicial como un avance en un país donde los afrodescendientes, pese a ser el 52% de la población, están marginados socialmente con respecto a los blancos.
Solo un 2,2% de los negros o mulatos brasileños accede a la universidad.
Barbosa, de 58 años, fue elegido en una votación realizada el pasado 10 de octubre entre los otros diez magistrados de la corte, que mantuvieron la tradición de designar presidente al juez con más antigüedad.
En los últimos meses, Barbosa ganó una inesperada notoriedad entre los brasileños por su carácter inflexible en el llamado “juicio del siglo”, referido a corruptelas que en 2005 hicieron tambalear al entonces presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Barbosa fue nominado nueve años atrás al STF por el propio Lula, lo que después de su actuación en el llamado juicio del siglo afianzó su fama de implacable luchador contra la corrupción.