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QUETTA, Pakistán (AFP). La explosión se produjo en un complejo en donde se celebraba un mitin político, y es considerado como es uno de los más sangrientos ocurridos en la última década.
El atacante, que se encontraba sentado entre el público, detonó los explosivos que portaba al final del evento.
El atentado tenía como blanco al político Mir Siraj Raisani, quien falleció. “Murió como consecuencia de sus heridas mientras era trasladado a Quetta”, dijo. Era candidato a un escaño de diputado provincial por el partido Baluchistán Awami Party (BAP).
Horas antes de este cruento ataque, una bomba oculta en una motocicleta mató a cuatro personas al estallar al paso del convoy de un candidato electoral.
“El ataque suicida (...) en la ciudad de Mastung dejó cerca de 130 muertos, entre ellos un responsable de inteligencia paquistaní y decenas de heridos”, afirmó el extremista Estado Islámico.
Esta semana otro atentado suicida contra una reunión electoral del Awami National Party (ANP), reivindicado por los talibanes paquistaníes, mató a 22 personas.
Pakistán celebrará elecciones generales y provinciales el 25 de julio, en las que están llamados a votar 105 millones de ciudadanos, según datos de la Comisión Electoral.
Las Fuerzas Armadas indicaron que desplegarán más de 370.000 hombres para garantizar la seguridad el día del voto.
La violencia se redujo en el país durante 2017 con 1.260 muertos por terrorismo (540 de ellos civiles, 208 miembros de las fuerzas de seguridad y 512 supuestos terroristas), la cifra más baja en una década, según el Portal de Terrorismo del Sur de Asia, que estudia la violencia en la región.
El primer ministro paquistaní, Nasir ul Mulk, que gobierna de manera interina, condenó el ataque. Mulk reemplazó a Nawaz Sharif, destituido por el Tribunal Supremo del cargo de primer ministro en julio de 2017 después de que se conociera que su familia es propietaria de lujosos bienes inmobiliarios a través de holdings off-shore.