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El accidente, el primero registrado en una línea de la red de alta velocidad en España, se produjo poco antes de las nueve de la noche (19:00 GMT) cuando el tren Alvia descarriló en una curva de las inmediaciones de la estación de Santiago de Compostela. Las autoridades de esta ciudad de Galicia, que mañana celebra la festividad de su santo patrón Santiago y que atrae estos días a numerosos visitantes y peregrinos, han suspendido todas las celebraciones de las fiestas en señal de duelo.
Aunque por el momento se desconocen las causas de la tragedia, fuentes de la investigación indicaron a EFE que una de las primeras hipótesis fue el exceso de velocidad. El Ministerio del Interior descartó poco después de suceder que se trate de un atentado y el delegado del Gobierno en Galicia, Samuel Juárez, indicó en el lugar del siniestro que no tenía indicio alguno de que haya sido “una causa externa”, aunque no descartó cualquier hipótesis.
Testigos presenciales explicaron a EFE que el convoy se partió en dos, y la máquina y los cuatro primeros vagones descarrilaron, otro intermedio voló sobre un terraplén hasta caer muy cerca de las viviendas, y el resto volcó.
Vecinos de la zona indicaron que el tren iba a una “velocidad normal” para entrar en la estación y que llegaron a escuchar un ruido, antes del descarrilamiento, y acto seguido ya se produjo una gran humareda.
El delegado del Gobierno en Galicia, Samuel Juárez, dijo de madrugada que al menos 60 personas fallecieron en el accidente y ya fueron identificadas, pero advirtió que el número de fallecidos podría aumentar ya que faltaba por mover algún vagón del tren accidentado.
Este accidente ferroviario es el tercero más grave en la historia de España, después del ocurrido en 1944 cerca de la estación de Torre del Bierzo (noroeste) en el que pudo haber hasta 500 víctimas mortales –aunque la censura oficial lo redujo hasta 78 muertos–, y el de la línea Cádiz-Sevilla en 1972, con 77 muertos. Más información en la página 30.