Arranca la campaña presidencial en Brasil

Tras el fin de la Copa del Mundo en Rusia comenzó la campaña presidencial en Brasil para las presidenciales de octubre. El panorama aún es incierto debido a que los políticos tradicionales no tienen buenas mediciones y esto hace que aún no haya fórmulas consolidadas, ni alianzas seguras.

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BRASILIA (ANSA). El pistoletazo formal de largada hacia los comicios del 7 de octubre será el 15 de agosto cuando comience el calendario de actos y publicidad televisiva. Pero los estrategas de campaña y expertos en imagen saben que la carrera hacia el Planalto comenzó esta semana tras el fin de la Copa del Mundo de fútbol.

Con la baja credibilidad de los partidos políticos envueltos en el caso Lava Jato, agravada tras la crisis que desembocó en la salida de Dilma Rousseff, aumenta el peso de los personajes mediáticos como el conductor de la TV Globo, Luciano Huck o el expresentador de reality shows João Doria.

Doria ganó las elecciones municipales de San Pablo en 2016 y ahora se postula a la gobernación de ese estado, pero no se descarta por completo que al último momento se lance a la Presidencia.

Una comentada reunión entre el presentador Huck, el director de cine Fernando Meirelles y la precandidata ecologista Marina Silva comenzó a mover el ambiente electoral al hablar de estrategias de cara a las elecciones.

Para Marina Silva contar con el apoyo de Huck y Meirelles sería un espaldarazo considerable en su carrera hacia el Palacio del Planalto.

Un sondeo publicado a fines de junio, en el que fue excluido Lula da Silva que está preso por corrupción, indicó que el primer lugar es de Jair Bolsonaro con el 17% y el segundo de Marina Silva, con 13%.

Bolsonaro es un militar retirado cuyas posiciones nacionalistas han causado recelos entre los empresarios y el mercado y su reivindicación de la dictadura motivó críticas de entidades humanitarias.

Pero en los últimos meses el capitán retirado moderó su discurso económico gracias a lo cual se tornó más “digerible” para los privados, como se observó hace una semana cuando recibió un caluroso aplauso en un evento de la Confederación Nacional de la Industria.

Descrédito

Un ejemplo del descrédito de los partidos tradicionales es el Partido Movimiento Democrático Brasileño (MDB), cuyo postulante Henrique Meirelles tiene 1% de intenciones de voto.

El PMDB, del presidente Michel Temer, no está unido detrás de Meirelles, pese a que este acaudalado postulante anunció que costeará con dinero propio la campaña electoral.

Analistas consideran que este partido tiene pocas expectativas electorales debido a los magros resultados económicos.

El otro postulante es Ciro Gomes, del centro izquierdista Partido Democrático Brasileño, que tiene entre el 6% y el 8% de intenciones de voto.

Gomes ha denostado la política económica de Temer y prometido que si fuera electo revisará la reforma laboral e impulsará la inversión estatal.

Ese discurso no agrada a los grupos económicos que, sin embargo, observan con interés el reciente “aggiornamiento” de Gomes al buscar una alianza con el conservador partido Demócratas, este sí a favor de las privatizaciones y un modelo de austeridad fiscal.

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