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BRUSELAS (Reuters). El exespía Serguéi Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, fueron envenenados hace 10 días en un restaurante de Salisbury, Inglaterra, con un agente nervioso de fabricación rusa (Novichok) y siguen en estado crítico.
Además de ellos, otras 36 civiles y un policía fueron atendidos por servicios médicos por posible exposición al agente nervioso.
Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Alemania pidieron explicaciones a Rusia por el atentado contra un exespía ruso en Inglaterra, mientras Moscú se disponía a responder a las primeras sanciones británicas.
“Los líderes de Francia, Alemania, Estados Unidos y el Reino Unido, condenamos el atentado contra Serguéi y Yulia Skripal en Salisbury”, afirmaron en un comunicado conjunto la primera ministra británica Theresa May, su par alemana Angela Merkel, y el presidente francés Emmanuel Macron y el estadounidense Donald Trump.
“El uso de un agente nervioso de rango militar, de un tipo desarrollado por Rusia, constituye el primer uso ofensivo de un agente nervioso desde la Segunda Guerra Mundial. Es un ataque a la soberanía británica” , añadieron, denunciando “un patrón” de conductas irresponsables del país presidido por Vladimir Putin.
“Compartimos la conclusión británica de que no hay alternativa posible” a la responsabilidad rusa en el atentado, afirmaron los cuatro líderes, reclamando a Moscú que responda “a todas las preguntas”, en particular sobre su programa de armas químicas novichok.
“Rusia debería en particular dar una información plena y completa del programa Novichok a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas”, pidieron los cuatro aliados del Reino Unido.
La OTAN acusó a Rusia de tratar de desestabilizar a Occidente con nuevas armas nucleares, ciberataques y acciones encubiertas, como el envenenamiento de un ex agente doble ruso en Reino Unido, que según dijo era “desestabilizador y peligroso” y que, además, difuminaba la frontera entre la paz y la guerra.
La primera ministra británica, Therasa May ordenó la expulsión de 23 diplomáticos rusos y la interrupción de los contactos bilaterales. Para Londres, estos emisarios son “agentes de inteligencia no declarados”.
Se trata de la más importante ola de expulsión de diplomáticos rusos por Reino Unido desde el fin de la Guerra fría.
Rusia niega cualquier implicación y dice que es la alianza atlántica liderada por EE.UU. la que representa un riesgo para la paz en Europa.