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La institución dijo que la sismicidad del volcán, uno de los principales indicadores para proyectar el comportamiento de la actividad, se ha mantenido fluctuante desde el pulso eruptivo más reciente.
Igualmente, la actividad superficial a nivel del cráter, manifestada a través de explosiones “estrombolianas”, sigue afectando a la parte superior del edificio volcánico, mediante la proyección de pequeños balísticos (material volcánico) desde el lago de lava.
Adicionalmente, continúa la incandescencia, principalmente visible durante las noches, y la emisión intermitente de cenizas.
Según Sernageomin, el sistema volcánico continúa en una fase de excitación, con el potencial de progresar rápidamente hacia fases de mayor inestabilidad, y eventualmente evolucionar hacia nuevos ciclos eruptivos de similar o inferior magnitud al ocurrido.
En el escenario actual se considera como área de peligro aquella contenida en un radio de 5 kilómetros en torno del cráter y a 200 metros a cada lado de los cauces que descienden del volcán. Sobre estas áreas se extiende la principal restricción.