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Akihito, de 82 años, afirmó que padece “muchas limitaciones” y que siente “un declive en su estado físico” tras ser intervenido quirúrgicamente en dos ocasiones, por lo que le será difícil “seguir asumiendo responsabilidades importantes”, en un discurso que había generado una enorme expectación en el país asiático.
Durante su intervención, de diez minutos de duración, el monarca evitó referirse de forma directa a su abdicación o a cuándo esta tendría lugar, puesto que esa mención podría haber sido considerada como una vulneración de las limitadas funciones que le asigna la Carta Magna.
Pero de las ambiguas palabras de Akihito –algo que también se debe a solemnidad de su cargo y a la cultura japonesa– se desprende claramente su intención de abandonar el cargo en el futuro, tal y como adelantaron los medios nipones hace casi dos meses. “En los últimos años he reflexionado sobre mi papel como Emperador y a contemplar mis funciones y deberes de cara al futuro (...) Me preocupa que pueda hacerse difícil para mí desempeñar mis responsabilidades como símbolo del Estado, tal y como he venido haciendo hasta ahora con todas mis energías”, dijo Akihito.
Se trata de su segundo discurso televisado y dirigido al pueblo nipón desde que accedió al Trono de Crisantemo en 1989, tras el que realizó a raíz del terremoto y el tsunami que devastaron el noreste del país en marzo de 2011.
“Cuando un emperador enferma o su estado de salud es grave, me preocupa que, como ha sucedido en el pasado, la sociedad entre en punto muerto o la situación pueda impactar en las vidas de la gente (...) En ocasiones me planteo cómo sería posible evitar esta situación”, señaló.