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El servicio fue reanudado el pasado miércoles 31 de agosto. Sin embargo, el funcionario aduanero del vecino país amplió las exigencias, lo que paralizó una vez más este medio de paso fronterizo.
El servicio fue autorizado luego de intensas gestiones y numerosas excusas, a pesar de la destacada integración del nordeste argentino y el sur de Paraguay.
En principio, el argumento fue la necesidad de reincorporar Puerto Cano a la red de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) lo que se realizó tras semanas de espera.
Luego, la balsa Villa Florida fue verificada por las autoridades argentinas y se mencionaron varias falencias que fueron salvadas por los responsables de la empresa San Martinho, encargada del funcionamiento de la embarcación.
Cuando finalmente y tras la larga espera, los cruces se reanudaron, el jefe de la Aduana de Formosa, Juan Ramón Kraupner, sumó una exigencia que jamás había sido planteada desde el año 1991, cuando el servicio fue inaugurado por los presidentes Carlos Menem y Andrés Rodríguez.
Kraupner ahora exige la contratación de un agente de transporte aduanero argentino, lo que implicaría aumentar los costos en unos 4.300 dólares mensuales, lo que hace inviable la continuidad de los cruces.
La balsa Villa Florida, tras recibir la autorización requerida operó normalmente el miércoles 31 de agosto. Insólitamente al día siguiente, la autoridad aduanera prohibió los cruces.
La situación particular de Pilar y Puerto Cano se retrotrae a la época de los gobiernos militares cuando se vivía un clima tenso en la zona fronteriza.
Los usuarios calificaron como una burla y falta de respeto la llamativa decisión del funcionario de la aduana de Formosa.
Resaltaron que mientras los gobiernos nacionales avanzan en el proyecto de construcción de un puente internacional en la zona, aparece esta insólita nueva traba.