Pasaron los años y la población sanmiguelina siguió trabajando en la noble tarea de tejer lana. Luego vinieron la Guerra Grande, las guerras civiles y la Guerra del Chaco, pero esta localidad continuó su tradicional trabajo artesanal que en la actualidad la identifica y dignifica.

La producción artesanal abarca una gama de prendas como la frazada de lana, ponchos pulóveres, ruanas, chalecos, gorros, medias, polainas, tapices, chales, mantillas, vichú, boinas, guantes, jergas, cojinillos y alfombras.

Son características de la época invernal el poncho, la frazada y el vichú de San Miguel.














El proceso de la lana lleva tiempo. Se inicia con la esquila de lana, en las cabañas o establecimientos ganaderos que se dedican a la cría de ovejas. Este distrito se caracteriza porque los hacendados se dedican a la producción del ganado lanar de las mejores razas puras de pedigrí, con miras a ofrecer al mercado local la mejor lana.

Luego del esquilado se selecciona la lana de la mejor calidad y se lleva al primer lavado y secado. Seguidamente el artesano hace el escardado de lana, para hilar (oi pová, en guaraní), el hilado grueso (que se conoce como poyvi) para torcer dos hilos (conocido como pomomby). El proceso largo culmina en manos del artesano, quien luego de tejer le da la fina terminación como flecos, flequillos y bordados a mano.

La artesanía de San Miguel es una fina creación de primera calidad. Los tejidos como frazada, poncho, suéter, colcha o tapiz son obras que en los últimos tiempo los productores han perfeccionado, ofreciendo al público trabajos de primer nivel.

En la primera quincena de junio se organiza el Festival Ovecha Rague de la Canción y Artesanía de Lana. Es la feria anual a nivel que congrega a los artesanos. Turistas de distintos lugares suelen venir a disfrutar del encuentro folclórico y de paso valorar y llevar una prenda de lana.