Cargando...
Esta importante población, tan antigua como la misma Isla Pucú, tiene ya larga experiencia de una total falta de atención hacia la gente que allí vive, y si no fuese por la autogestión permanente de algunos líderes locales o la ayuda de algún ciudadano generoso, que no olvidando su raíz pese a estar lejos de su terruño se erige en benefactor de su gente, se hubiera ya convertido en un barrio fantasma.
Es así como, por ejemplo, San Miguel de Pindoty carece ¡hasta de un triste puesto policial!
Por supuesto, tampoco dispone de un pequeño dispensario médico y ni siquiera algo parecido. En San Miguel está prohibido enfermarse, y si de repente alguien cae víctima de algún mal de la salud, tiene que agradecer que se lo traslade en moto, atado al conductor del biciclo, hasta el pueblo de Isla Pucú, recorriendo seis largos y polvorientos kilómetros de un pésimo camino de tierra que a veces contribuye más a acelerar el desenlace fatal antes que remediar la enfermedad.
COMUNIDAD AISLADA E INCOMUNICADA
San Miguel de Pindoty, perteneciente al distrito de Isla Pucú, ubicado a escasos 70 kilómetros de la capital del país, parece una comunidad olvidada hasta de Dios. Está injustamente aislada del centro urbano de Isla Pucú por falta de transporte público que sirva, aunque más no sea una vez al día, a la sacrificada población. No tiene un mísero colectivo mixto. Los jóvenes estudiantes deben recorrer diariamente el trayecto lúgubre y peligroso de 6 kilómetros que separan a San Miguel del centro distrital al que pertenece. Tampoco dispone de línea telefónica y colegio. Apenas cuenta con una escuela parroquial, donde funciona hasta el 2º ciclo de educación escolar básica. Ni siquiera cuenta con aulas para 7º, 8º y 9º grados del 3er. ciclo y mucho menos para la educación media.
Y tiene por lo menos la mencionada escuelita, simplemente porque hace 11 años tuvo la suerte de que la organización Plan Internacional se apiadara de la comunidad dotándola del local escolar con una capillita adjunta.
BENEFACTOR
La comisión pro capilla, integrada por personas respetables de la comunidad, tiene ahora varios desafíos en manos: en primer lugar, y como fue formada para el efecto, la construcción de la nueva capilla que está siendo apoyada fuertemente por un grupo de paraguayos residentes en Nueva York, encabezado por Pedro Aquino, quien se ha convertido ya en una suerte de Robin Hood sanmiguelino, enviando fondos para la construcción.
Pero el proyecto más ambicioso e importante es el de dotar de un centro de salud a San Miguel. Para este efecto, también el generoso pindotyense Aquino, residente desde hace 14 años en Nueva York, ha donado un hermoso terreno de casi una hectárea en pleno centro de San Miguel.
Aquino, igualmente, compró otras dos hectáreas de terreno al lado del futuro local del centro de salud y donó a la comunidad el predio para un campo de deportes.
Los pobladores de San Miguel de Pindoty ahora tienen mucha esperanza en que se cristalice muy pronto su puesto sanitario, porque también los amigos paraguayos residentes en Nueva York les apoyarán junto a Aquino para construir el dispensario y así solucionar los graves problemas de salud que se presentan a menudo, especialmente los agudos males odontológicos, parasitosis y maternidad.
Pero lo más importante que esperan los pobladores de San Miguel es la atención de las autoridades comunales y departamentales sobre sus más acuciantes problemas, especialmente relacionados con la salud, el transporte colectivo, un camino de todo tiempo y línea telefónica.
Es así como, por ejemplo, San Miguel de Pindoty carece ¡hasta de un triste puesto policial!
Por supuesto, tampoco dispone de un pequeño dispensario médico y ni siquiera algo parecido. En San Miguel está prohibido enfermarse, y si de repente alguien cae víctima de algún mal de la salud, tiene que agradecer que se lo traslade en moto, atado al conductor del biciclo, hasta el pueblo de Isla Pucú, recorriendo seis largos y polvorientos kilómetros de un pésimo camino de tierra que a veces contribuye más a acelerar el desenlace fatal antes que remediar la enfermedad.
COMUNIDAD AISLADA E INCOMUNICADA
San Miguel de Pindoty, perteneciente al distrito de Isla Pucú, ubicado a escasos 70 kilómetros de la capital del país, parece una comunidad olvidada hasta de Dios. Está injustamente aislada del centro urbano de Isla Pucú por falta de transporte público que sirva, aunque más no sea una vez al día, a la sacrificada población. No tiene un mísero colectivo mixto. Los jóvenes estudiantes deben recorrer diariamente el trayecto lúgubre y peligroso de 6 kilómetros que separan a San Miguel del centro distrital al que pertenece. Tampoco dispone de línea telefónica y colegio. Apenas cuenta con una escuela parroquial, donde funciona hasta el 2º ciclo de educación escolar básica. Ni siquiera cuenta con aulas para 7º, 8º y 9º grados del 3er. ciclo y mucho menos para la educación media.
Y tiene por lo menos la mencionada escuelita, simplemente porque hace 11 años tuvo la suerte de que la organización Plan Internacional se apiadara de la comunidad dotándola del local escolar con una capillita adjunta.
BENEFACTOR
La comisión pro capilla, integrada por personas respetables de la comunidad, tiene ahora varios desafíos en manos: en primer lugar, y como fue formada para el efecto, la construcción de la nueva capilla que está siendo apoyada fuertemente por un grupo de paraguayos residentes en Nueva York, encabezado por Pedro Aquino, quien se ha convertido ya en una suerte de Robin Hood sanmiguelino, enviando fondos para la construcción.
Pero el proyecto más ambicioso e importante es el de dotar de un centro de salud a San Miguel. Para este efecto, también el generoso pindotyense Aquino, residente desde hace 14 años en Nueva York, ha donado un hermoso terreno de casi una hectárea en pleno centro de San Miguel.
Aquino, igualmente, compró otras dos hectáreas de terreno al lado del futuro local del centro de salud y donó a la comunidad el predio para un campo de deportes.
Los pobladores de San Miguel de Pindoty ahora tienen mucha esperanza en que se cristalice muy pronto su puesto sanitario, porque también los amigos paraguayos residentes en Nueva York les apoyarán junto a Aquino para construir el dispensario y así solucionar los graves problemas de salud que se presentan a menudo, especialmente los agudos males odontológicos, parasitosis y maternidad.
Pero lo más importante que esperan los pobladores de San Miguel es la atención de las autoridades comunales y departamentales sobre sus más acuciantes problemas, especialmente relacionados con la salud, el transporte colectivo, un camino de todo tiempo y línea telefónica.