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VILLARRICA (Pablo Gastón Ortiz, corresponsal). A tempranas horas de ayer, los defensores de los sacerdotes presentaron un escrito en el que solicitan la copia del expediente y la postergación de la declaración testifical de sus clientes. El abogado Ramiro Sisul representa al cura Francisco Javier Bareiro, en tanto que Favio Miguel Britos representa a Gustavo Ovelar.
El fiscal del caso indicó que la audiencia se postergó para el jueves 14 de abril y anunció que solicitó la realización de una evaluación sicológica y siquiátrica de los sospechosos. Esta última diligencia está a cargo del departamento de sicología forense de la Fiscalía General del Estado.
A finales de 2014, seis jóvenes denunciaron a los sacerdotes ante sus superiores de la congregación Oblatos de María Inmaculada (OMI). La organización religiosa cumplió el protocolo y derivó el caso a la fiscalía de Villarrica.
Según las denuncias, los acosos y abusos ocurrieron entre 2011 y 2013, cuando las víctimas tenían entre 16 y 21 años de edad.
En 2015, cuando el caso aún estaba a cargo de la fiscal de Villarrica especializada en delitos relacionados a la autonomía sexual, Perla Cáceres, ambos curas brindaron declaración testifical. En esa oportunidad afirmaron que la denuncia es falsa y que se trata de la maniobra de un catequista para enemistarlos con la comunidad.
Como la fiscala indicó que no pudo encuadrar la denuncia en ningún hecho punible sobre abuso sexual, derivó el caso a la unidad penal de Carlos Alvarenga para investigar como acoso.
Las víctimas también testificaron con anterioridad, pero nuevamente fueron convocadas para declarar ante Alvarenga en marzo último. El representante del Ministerio Público afirmó que las nuevas diligencias brindaron más detalles sobre lo ocurrido y anunció que espera escuchar la versión de los sospechosos para analizar si corresponde presentar imputación. No se descarta que aparezca la figura de coacción sexual.
Del grupo de seis jóvenes, dos se retractaron, presumiblemente por presiones. Igualmente, un exseminarista denunció que en 2006, cuando tenía 21 años, fue manoseado por el presbítero Francisco Bareiro durante una misión pastoral de los oblatos en Horqueta. Ese caso fue derivado a la fiscalía de Concepción.