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EUSEBIO AYALA, Dpto. de Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional).-Pobladores de esta localidad desarrollaron un emotivo homenaje a los niños mártires de Acosta Ñu con varios eventos.
Las actividades se iniciaron ayer a las 08:00 en la plaza principal, de donde partieron unos tres mil niños con banderas paraguayas, acompañados de sus familiares, hacia el Cerro de la Gloria que está a 17 kilómetros de la zona urbana.
En dicho sitio, alumnos del Instituto de Formación Docente (IFD) de la zona recrearon escenas de la batalla con niños de la comunidad y con el acompañamiento del cantante Francisco Ruso, mientras un fuerte viento ondeaba las banderas.
Se efectuó esta representación como una manera de sentir en carne propia lo que los escolares, mujeres y ancianos vivieron en la cruel batalla de Acosta Ñu, donde perdieron la vida tres mil niños paraguayos que enfrentaron a los soldados aliados de Brasil, Argentina y Uruguay el 16 de agosto del año 1869. Algunos espectadores prorrumpieron en llanto cuando Russo comenzó a interpretar la música de Acosta Ñu y se escuchaban de fondo los gritos desgarradores de las mujeres que interpretaban a las madres al ver caer a sus hijos víctimas de las armas de los invasores.
El “Proyecto 3.000 banderas” es un emprendimiento de la Organización Yukyty, que busca recuperar y valorizar la memoria histórica de los habitantes de la otrora localidad de Barrero, actualmente Eusebio Ayala.
El presidente de la entidad, Prof. Almides Alcaraz, fue el ideólogo del evento y con su grupo consiguieron el apoyo de autoridades locales, nacionales y el de empresas privadas para la realización de la escenificación.
El 16 de agosto de 1869, a falta de soldados mayores, los niños fueron disfrazados con barbas postizas para que el enemigo los tome por adultos y les presenten combate. “Seis horas resistieron las cargas de la pesada Caballería brasileña, que vengando el engaño acabarían incendiando el campo de batalla con sus oponentes infantiles”, según el historiador argentino José M. Rosa.
Por su parte, el escritor brasileño Juan José Chiavenatto escribió en su libro: “Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileños, llorando para que no los matasen. Pero eran degollados en el acto.”