Rapiñan el taller de trenes de Sapucái

El antiguo taller de trenes de Sapucái, una de las reliquias históricas de nuestro país, se pierde por desidia tanto de las autoridades locales como nacionales. El local es con frecuencia rapiñado y algunos materiales se oxidan por falta de conservación.

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SAPUCÁI, Dpto. de Paraguarí (Aldo Lezcano, corresponsal). Por desidia de las autoridades y responsables de Ferrocarriles del Paraguay SA (Fepasa), el antiguo taller de trenes del ferrocarril “Carlos A. López” está siendo rapiñado sin pausa por recicladores de hierros e incluso pobladores de comunidades cercanas que utilizarían las piezas metálicas en las construcciones.

El gran taller de Sapucái contaba con amplia infraestructura, pero con el paso del tiempo se fueron perdiendo piezas importantes.

El andén de espera de la estación es pequeño, pero está bien conservado.

Desde esta localidad hacia el distrito de Caballero, en poco más de 10 kilómetros solo existen ya unos 1.000 metros de rieles.

El encargado del local, Rubén Darío Bogado, explicó que hasta 1993 funcionaba el tren de pasajeros hasta Encarnación, pero desde el 2001 todo quedó paralizado y en la actualidad solo están cuatro personales que custodian esta reliquia histórica.

Bogado recuerda que después de que el Estado haya declarado la “defunción” del ferrocarril, el gobierno departamental, a cargo de Tomás Rivas, había restaurado gran parte del taller con la intención de preservar el lugar considerado por los pobladores del departamento como una reliquia y promoverlo como un punto turístico, pero que hasta el momento no se dio.

El responsable del taller recordó con añoranza que en su mejor época Sapucái era la ciudad más desarrollada del país. Sin embargo, hoy solo reinan el silencio y el olvido.

Los ferrocarriles en Paraguay se remontan al año 1854, durante la presidencia de Carlos Antonio López.

Para hacer los estudios de una línea desde Asunción hasta la importante población de Paraguarí, situada a 72 km de la capital, fueron contratados ingenieros de Gran Bretaña, quienes proyectaron el trazado adoptando la trocha ancha (1,676 m). El gobierno dispuso la inmediata construcción.

Finalizada la Guerra contra la Triple Alianza, el ferrocarril es vendido para pagar la deuda pública y una deuda con el Brasil por el suministro de material rodante.

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