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Las playas encarnacenas, definitivamente, se han convertido en estos últimos años en un destino turístico muy atractivo.
“Es la segunda vez que venimos; estamos encantados con la ciudad y con sus playas”, comentó Karen Orué, que con un grupo de amigos llegó desde la zona de Canindeyú a pasar unos días de vacaciones.
Entre los visitantes también había una ciudadana neoyorquina, hija de paraguayos, Aline Müller. La mujer dijo sentirse orgullosa de sus raíces encarnacenas y de la belleza de la ciudad y sus playas. La joven pasó la tarde en la playa Mboika’ê.
Por otro lado, un paisaje que se está volviendo común en la zona es la presencia de jovencitas que vienen de la vecina ciudad de Posadas a bordo de motocicletas. “Venimos en moto para no sufrir tanto en la fila de vehículos que hay en el puente San Roque González de Santa Cruz. Con la moto nos podemos adelantar buena parte de la fila”, comentó una de las bellas visitantes.
Además de la arena y el agua, el verano encarnaceno ofrece una serie de oportunidades para pasar una agradable jornada, desde restaurantes, locales de comidas rápidas, heladerías y hasta ferias de libros. También hay teatro los días jueves, viernes y sábado, conciertos y juegos acuáticos, como un gigantesco tobogán de plástico instalado en el área verde frente a la playa San José.
La ciudad dispone de tres playas, San Isidro, San José y Mboika’ê. Las dos últimas son las más concurridas. San José es visitada preferentemente por turistas, mientras que los vecinos de Encarnación optan por Mboika’ê, “porque es más tranquila”, afirman.
San Isidro tiene su público propio, y son los pobladores de los populosos barrios San Isidro, Fátima y sus alrededores.