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Agrega que Urrutigoity lo invitó al menos dos veces a dormir en la misma cama. Una noche se despertó y encontró que le estaba molestando. Su primer instinto fue “arrancarle la cabeza”. “Pensé en eso y yo podría haber estado bien para hacerlo, pero mi padre me dijo una vez que un hombre golpeó a un sacerdote y su brazo se congeló para siempre”, declaró el exseminarista.
El joven rompió los lazos por completo con el hombre que una vez había considerado un héroe.
La Diócesis de Scranton llegó a un acuerdo en la demanda en 2004 por más de US$ 400.000. También envió a Carlos Urrutigoity y Eric Ensey al Instituto
Southdow para una evaluación psicológica detallada.
A raíz de esa evaluación, la Diócesis de la Junta de Revisión Independiente de Scranton hizo su recomendación, que fue observada en el acta confidencial de la reunión de la junta: “En vista de la acusación creíble desde el seminarista, su práctica admitida de dormir con los niños y los jóvenes, y la evaluación preocupante por el Instituto Southdown, el padre Carlos Urrutigoity debe retirarse del ministerio activo; sus facultades sean revocados; se le debe pedir a vivir de forma privada”, señala.