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SALTO DEL GUAIRÁ (Rosendo Duarte, corresponsal). Por tierra, agua y aire, las fuerzas militares y policiales brasileñas controlan desde el 13 de junio la acción de contrabandistas y traficantes que operan en la zona. Pero no solo el movimiento de los marginales se ve disminuido con el cerrado control que empezó a implementar el gobierno brasileño en toda su frontera, bajo la denominación de Ágata 11, sino también el denominado turismo de compras.
En los primeros días de abril y la segunda quincena de mayo el comercio local había registrado un leve repunte, especialmente durante el feriado largo de Corpus Christi en Brasil.
Sin embargo, la instalación del ejército en la frontera, junto a la Receita Federal (Aduana), la Policía Rodoviaria Federal, la Policía Militar y Civil, y otras entidades, hizo que el movimiento sea nulo.
Según los comerciantes locales, si bien los brasileños que hacen turismo de compras no llevan contrabando, la sola presencia de militares, como si se tratase de una zona de guerra, inhibe a los visitantes. “La mayoría prefiere esperar. Por más que no pierden sus compras, dejan de venir porque estos controles resultan bastante desagradables y deprimentes para ellos”, señaló Nilda Cordevelle, gerente de una conocida casa comercial.
La situación en la frontera de Salto del Guairá se pone de difícil a incierta. Aparte de la crisis que ya se extiende por algunos años por la devaluación del real ante el dólar y el control reforzado con el ejército, los brasileños anuncian la aplicación de la baja de la cota de 300 dólares a 150 dólares, a partir del 1 de julio.
El comercio saltoguaireño viene experimentando una continua reducción de visitantes a partir de mediados de 2012 por una serie de factores, como las medidas proteccionistas del Brasil. Desde entonces ya fueron eliminados al menos 20.000 puestos de trabajo en el sector comercial y de la construcción, que son los sectores que mayor cantidad de empleos ofrece en esta zona.