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SAN JUAN BAUTISTA, Misiones (Rafael Marcial Montiel, corresponsal). El XV Congreso Teológico y Asamblea Nacional de la Familia comenzó el viernes último a las 19:00, en el Centro Diocesano “Mons. Bogarín”, con la participación de unas 80 familias representantes de distintas diócesis. La familia y la vida; los valores que se aprenden en el seno familiar, como el respeto, la convivencia fraterna, la solidaridad y el amor, fueron analizados ayer.
El congreso se clausura hoy con una conclusión sobre la realidad de la familia y la vida humana.
Monseñor Sebelio Peralta, obispo de la diócesis de San Lorenzo y responsable de la Pastoral de la Familia de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), describió la historia de la familia. Expresó que fue marcada por desgracias, persecuciones y la desintegración desde la época de la colonización hasta la actualidad.
Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo del obispo de Misiones y Ñeembucú, Mons. Mario Melanio Medina. Además de Mons. Peralta, estuvieron presentes el obispo auxiliar de Encarnación, Mons. Claudio Silvero, y el obispo coadjutor de la Arquidiócesis de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela.
Mons. Medina sostuvo que el encuentro ayudará a fomentar la Pastoral de la Familia, tan importante para la Iglesia como para la sociedad. En su mensaje exteriorizó su preocupación porque el Gobierno descuidó a la familia al no priorizar la educación ni ofrecer opciones de trabajo para que haya estabilidad familiar.
Los problemas sociales y económicos, la desocupación, la falta de buen trato a los trabajadores y la represión a las organizaciones sindicales repercuten en la familia, indicó Medina. Añadió que la familia está inmersa en una realidad poco favorable.
Puntualizó como una grave repercusión en la familia la emigración, que genera la desintegración. A raíz del éxodo, la familia no es completa y no puede cumplir su rol de formadora y socializadora, sostuvo.
Futuro de la humanidad
Mons. Mario Medina recordó la expresión del papa Juan Pablo II, quien había señalado que el futuro de la humanidad se forja en la familia. “Una familia desintegrada no puede ser garantía para la formación de la persona humana y cristiana”, dijo.
El obispo subrayó que si la persona no se realiza no puede ayudar, no puede evangelizar, no puede gobernar, no puede ser autoridad. “Si la familia falla, las personas no tienen la formación adecuada para servir y hacer el bien. La vocación de la persona humana es servir y de esa manera alcanzar la felicidad”, expresó Mons. Medina.