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PILAR (Clide Noemí Martínez, corresponsal, y Rafael Montiel, enviado especial). Los habitantes son conscientes de que la precariedad de sus condiciones de vida no puede continuar así. La recuperación será imposible de no contar con caminos de todo tiempo, que reemplacen a las vías de tierra, intransitables durante gran parte del año. Se resalta la deuda histórica de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), que no ha sido saldada por ninguno de sus directores, a pesar de las periódicas inundaciones que afectan al departamento.
Desde hace varios años se habla de una supuesta “ruta turística”, que bordearía todos los pueblos de la ribera del Paraná y el río Paraguay. Sin embargo, los anuncios de las autoridades de la EBY no pasan de ser “una cortina de humo” para adormecer los reclamos y seguir invirtiendo millones de dólares en otros departamentos que siempre fueron mejor atendidos por el Estado.
Planificar el futuro
Las autoridades locales y departamentales deberán reunirse a planificar el futuro del sur. Dentro de estas proyecciones se deben incluir la reubicación definitiva de las familias que periódicamente son afectadas por inundaciones, con la construcción de viviendas dignas en lugares altos y seguros, la prometida y nunca concretada pavimentación de los caminos. Además se deben tomar todas las precauciones y desarrollar actividades productivas menos vulnerables a las crecidas del río.
Se tiene que poner fin al tiempo del asistencialismo que solo sirve de parche en las situaciones difíciles. De lo contrario, el drama humano seguirá y las emergencias continuarán siendo aprovechadas por políticos inescrupulosos que comercian con la desgracia de la gente del departamento.
Grandes pérdidas
Unas cinco mil personas fueron evacuadas. Todos los cultivos se perdieron y los ganaderos reportan la pérdida de mil animales. Otros rubros afectados son la apicultura, con su producción seriamente limitada, y los oleros con sus terrenos y productos bajo agua.
Igualmente los pescadores fueron muy perjudicados. También el comercio fronterizo fue paralizado por el cierre de los puertos de la Argentina debido a la crecida del río Paraná.