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Rogerio Selmer, uno de los asaderos, explicó que en la organización de toda la actividad trabajaron 300 personas. Sobre el secreto de lograr un costillar exquisito, dijo que la voluntad de trabajar es indispensable, pues requiere muchas horas continuas de preparación.
“Uno debe tener mucha voluntad de trabajar porque es una labor muy cansativa. La satisfacción es que sabemos que el lucro de la fiesta se destina a educación y salud. Esto nos motiva a trabajar”, indicó.
Los asaderos comienzan su labor en horas de la madrugada, preparando el fuego para una cocción a fuego lento.
Cada costillar, junto con ensaladas, sopa paraguaya y bebidas, tuvo un costo de G. 2 millones y alcanza para 25 a 30 personas. El asado de otros cortes nobles tuvo un costo de G. 70.000 la porción.
Los organizadores calculan que el tradicional encuentro gastronómico reunió a unos 8.000 comensales de distintos puntos del país, en el salón parroquial. El sitio se vio repleto de gente que disfrutó de la actividad.
Ubicada unos 80 kilómetros de Ciudad del Este, las autoridades de Naranjal incluyen esta actividad en el programa de celebraciones por el aniversario de distritación.
La Fiesta de la Costilla es una costumbre de la zona de Río Grande Do Sul, Brasil, que fue traída hasta Naranjal por los colonos brasileños y se convirtió en una tradición en torno a la cual se conjugan las tradiciones del vecino país y paraguayas, celebrándose de este modo la amistad y la comunión entre los pueblos.
La fiesta es compartida por turistas brasileños, familias y empresas, que compran las costillas enteras. La actividad también fue propicia para celebrar el Día de la Amistad.