LIMPIO (Cirilo Ibarra, corresponsal). El título de este material es prestado de un libro (del español Jesús López Santamaría) y sintetiza un poco la realidad de esta ciudad. Debe ser la más rica en historia, porque la referencia a su origen se remonta a los acontecimientos propios de la conquista. Sin embargo, no se tiene ningún relato cronológico del desarrollo de esta comarca.
Para hilvanar y ordenar los dispersos datos de su origen, vale recordar la época en la que el intrépido capitán de Vergara, Domingo Martínez de Irala, llegó a la región (1537) y fue quien dio cuna al mestizaje casándose con Yvoty Sayju, luego llamada Leonor, hija del cacique Mokirase, y tuvo carta blanca entre los nativos lugareños. Este título más tarde fue autoatribuido por Mariano Roque Alonso.
Por su privilegiada posición geográfica, circundada por amplios y fértiles valles, abarcando los Campos Limpios de Tapua y por lo que un gran lapso se denominó San José de los Campos Limpios, que disgregado con el tiempo, quedó en Limpio.
A pesar de la orfandad de historia escrita, están los mudos testigos de ese pasado imborrable, que incluye el pintoresco El Peñón, en el río Paraguay, la Isla San Francisco, su reliquia iglesia de San José, el testimonio de las pocas casas coloniales que se conservan y hasta el famoso Piquete Cue, donde se tuvo uno de los puertos más importantes, por donde pasó el trazado inicial de la ruta Transchaco.
El párroco Rafael Tanasio asegura que el templo de Limpio debe tener más de 400 años, incluidos los retablos, que des- lumbran por su colorido y exquisito diseño; sin embargo, reconoce también que muchas cosas ya no son originales. Su fachada sería de la época de don Carlos Antonio López, quien frecuentaba la zona, porque la estancia Surubiy (la primera del Río de la Plata) era propiedad de su hija, Inocencia López. Hoy el patio de la iglesia presenta una hermosa vegetación y en medio de la misma se observa el imponente primer santuario ecológico del país.