La muerte de una joven pilarense, un reflejo del pésimo servicio de salud

Una carta de un poblador de la ciudad de Pilar, Víctor Benítez, en la que expresó su inmenso dolor por el prematuro fallecimiento de su hermana, fue publicada en las redes sociales y ha conmocionado y sensibilizado a la ciudadanía sobre dos aspectos preocupantes de la realidad local y paraguaya.

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PILAR (Clide Noemí Martínez, corresponsal). En Pilar, la proliferación de enfermedades oncológicas y otras raras no menos letales son cada vez más frecuentes, sin que ninguna institución se ocupe de encontrar una explicación.

¿Será la contaminación de las aguas, la aparición de cultivos intensivos y abuso de agroquímicos, la venta masiva de combustibles de ordeño o los desechos de la industria local? Solo una investigación seria y rigurosa puede dar la respuesta.

En un ámbito más amplio, resalta el panorama desolador de los hospitales paraguayos, desprovistos de lo esencial para proteger la vida de los connacionales y que deriva en la humillante peregrinación de los compatriotas en busca de la atención que no reciben en el país.

En su conmovedor escrito, titulado “Océanos de tristeza”, Víctor Benítez relata que María Helena “Leni” Benítez, bella estudiante y deportista de 16 años, vivía feliz desarrollando sus actividades cuando inesperadamente los síntomas de una enfermedad denominada “Aplasia Medular Severa” se hicieron sentir en ella disminuyendo drásticamente sus niveles de glóbulos rojos, blancos y sus plaquetas.

En el Hospital de Clínicas, con sus limitadas posibilidades, los médicos intentaron infructuosamente recuperar su deteriorada salud.

Durante su estadía en dicho centro asistencial ella y sus parientes pudieron presenciar la triste realidad, ver morir a niños por la falta de medicamentos como ciclosporina, y porque no se realizaban trasplantes de médula en los hospitales públicos del Paraguay. Y como el trasplante era la única esperanza de mantenerla con vida, la trasladaron a la Argentina, donde luego de sentir la dolorosa experiencia de la discriminación, fueron admitidos en el Hospital Garrahan, que estaba abarrotado de niños paraguayos.

Medio centenar en salas de alta complejidad y otras decenas en salas comunes. Muchos de ellos retornaron con vida al Paraguay, agradeciendo al sistema de salud argentino por mantenerles con vida. Lamentablemente, este no fue el caso de Leni y otros paraguayos, que fallecieron en el intento tras padecer momentos humillantes al buscar en otro país la asistencia que las autoridades paraguayas son incapaces de proporcionar.

Los miles de familias que pasan por estas experiencias, en la mayoría de los casos agotan totalmente sus recursos económicos. Esto, porque se ven obligados a vender sus bienes y recurrir a prestamistas, con la esperanza de recuperar la salud de los suyos.

La salud, un negocio

En el Paraguay la salud no figura entre las prioridades de los gobernantes. Los hospitales no tienen suficientes camas, tampoco enfermeras, médicos y menos especialistas. Los medicamentos en la mayoría de los casos no aparecen y si los hay, no en la cantidad necesaria.

Todo parece programado para que los pacientes, al no recibir respuestas del sector público, caigan en la trampa del negocio de los sanatorios privados, que ofrecen un servicio de dudosa calidad, a precios exorbitantes. Parte de la población nacional termina agotando sus recursos en manos de estos insensibles y voraces comerciantes de la salud.

Un porcentaje mayor, que no tiene ahorros para gastar, engrosa la triste procesión de paraguayos que cruzan la frontera para acceder a centros asistenciales argentinos.

En el Paraguay la salud es uno de los negocios más lucrativos y el sistema público es insensible e ineficiente. Los compatriotas de condición humilde que sufren enfermedades complejas están condenados a la muerte. Y no se perciben esfuerzos para generar los cambios radicales que se precisan.

En la actualidad, mientras nuestros gobernantes hablan de grandes logros económicos y avances sin precedentes, miles de compatriotas mendigan atención a su salud en hospitales argentinos. En estas condiciones, y con una clase gobernante insensible y que solo piensa en sus bolsillos, el Paraguay de hoy está lejos de ser un país digno y soberano.

Trasplantes

La única institución paraguaya que realiza trasplantes de médula ósea es el Instituto de Previsión Social (IPS). Desde 1995 han sido beneficiados con este servicio alrededor de un centenar de pacientes. Al no realizarse en los hospitales públicos, solamente los que cuentan con el seguro social pueden acceder al mismo.

El Dr. Derlis González, quien lidera el área de trasplantes de médula ósea del IPS, dijo que existe una gran demanda de este procedimiento y que otras instituciones deben incorporarlo como una opción de tratamiento. Afirmó que, en el caso de los especialistas del IPS, estos son permanentemente capacitados, lo que permite que los asegurados reciban un tratamiento de vanguardia.

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