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El obispo Gogorza expresó ayer que para que esto se concrete, la Iglesia inicia un trienio dedicado a la juventud, en que se abocará a contemplar a los jóvenes en su realidad, con sus dolores y alegrías, con sus angustias y esperanzas, en la búsqueda de su identidad a fin de acompañarlos y ayudarlos a realizar sus sueños y cumplir sus ideales, impulsados y sostenidos por la Virgen.
Mons. Gogorza sostuvo que los adultos deben inculcar a los jóvenes con gallardía y entusiasmo los buenos valores, a fin, de que no se dejen atrapar ni arrastrar por los antivalores que les ofrece el mundo actual.
Las cosas superficiales y pasajeras que momentáneamente los satisfacen, luego dejan en ellos un enorme problema o vacío, además de soledad e insatisfacción, manifestó.
El prelado señaló que es necesario cambiar la relación de poder de dominador y dominado, a la de servidor y hermano. La de violencia y venganza, a la del perdón. La del egoísmo y ambiciones personales, a la del amor y entrega de la vida a favor de los necesitados de ese amor, teniendo en cuenta que si se practicara esos valores cuán distinto sería este país, la sociedad, la iglesia y hasta las familias, indicó. La homilía del martes también se dirigió a los jóvenes.