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VILLA MONTES, Bolivia (Roque González Vera, enviado especial). En noviembre de cada año comienzan a caer las lluvias que riegan la naciente del Pilcomayo en la lejana ciudad boliviana de Potosí, a 6.000 metros de altura.
Las aguas bajan raudamente desde las montañas y, a medida que se suman las precipitaciones, el Pilcomayo aumenta su caudal.
Al llegar a la planicie chaqueña, el Pilcomayo se extiende en un valle de inundación. Miles de cauces naturales menores distribuyen sus aguas en una extensa región.
El Pilcomayo produce un impacto positivo al inundar las praderas, y cuanto mayor sea la superficie, los beneficios para la biodiversidad y el sector productivo también aumentan.
Esto explica la necesidad de asegurar el ingreso de sus aguas al Chaco paraguayo; de lo contrario, las consecuencias son negativas en extremo.
No es necesario entrar en detalles y mencionar el impacto negativo que causa la falta de agua: no hay recursos naturales por la sencilla razón de que el agua es sinónimo de vida.
Ineficiencia e irresponsabilidad
El director de la Comisión Nacional del Pilcomayo, Ing. Daniel Garay, confirmó que los trabajos de limpieza y rehabilitación de canales comenzaron hace dos semanas.
En Bolivia está lloviendo, el caudal del río comienza a subir, y en Paraguay llevamos dos semanas de iniciar tareas que demandan por lo menos cinco meses de trabajo continuo.
El Ministerio de Obras Públicas y la Comisión Nacional del Pilcomayo comparten responsabilidad en el retraso; ambas instituciones reflejan ineficiencia.
El resultado de esta irresponsabilidad es que someten a casi la mitad del Chaco paraguayo al riesgo de no recibir las aguas del río.
La muerte de los recursos naturales significa que el sector productivo sufrirá las consecuencias. La biodiversidad es la que sostiene la posibilidad de producir.
Sin agua suficiente, resulta imposible suponer que los recursos naturales podrán sostener una explotación económica.
Otro año sin agua
El año pasado, el Pilcomayo ingresó en un 95 por ciento en territorio argentino. El porcentaje restante pudo llegar al Chaco paraguayo.
No tiene sentido culpar a la Argentina: nuestros vecinos se limitaron a hacer bien las tareas.
Aquí, en cambio, el Ministerio de Obras Públicas y la Comisión Nacional del Pilcomayo no trabajaron para limpiar y rehabilitar la embocadura del canal paraguayo y los cauces que llegan hasta General Díaz.
Cada año el Pilcomayo tiene el mismo comportamiento. Es cuestión de seguir el ritmo de la naturaleza.