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CARAPEGUÁ (Emilce Ramírez, de nuestra redacción regional). El héroe de la guerra entre Paraguay y Bolivia Escolástico Báez es considerado una reliquia viviente en la compañía Cerro Pinto, donde vive al cuidado de su hija Anacleta. Ayer, desde tempranas horas, los vecinos empezaron a llegar para felicitarlo.
Festejó su siglo de vida junto a sus 9 hijos (Eugenia, Anacleta, Filomeno, Francisco, Juan Isidro, Mariano, Cándido, Andrés y José), 42 nietos y 36 bisnietos.
Comentó que a los 17 años de edad se alistó para la guerra que duró tres años, muy difíciles, y por momentos desesperantes, cuando se encontraba en medio de la nada.
“Fui a defender mi patria teniendo 17 años. Se les llamó a los voluntarios, y me alisté sin dudar, porque dije que nadie debe despojarnos ni de un pedazo de tierra, y menos sin luchar”, expresó.
Al terminar la guerra, en 1935, regresó a Cerro Pinto y tuvo que trabajar duro para comprarse un pedazo de tierra. Pese a que en aquel entonces en la zona había extensas tierras fiscales, el Estado no le hizo una donación en agradecimiento por su lucha. Para cada soldado, la vida continuó igual, sin reconocimientos ni privilegios, dijo.
Dijo lamentar ahora la inseguridad que se registra en el país. A su criterio, ocurre en primer lugar porque la familia descuida a sus hijos; ya no se les educa ni enseña el valor del trabajo.
Su rutina diaria comienza con su oraciones ante las imágenes de San Blas y la Virgen María, en su vivienda. Luego desayuna leche con maní y coco; a la media mañana consume frutas y, de almuerzo, alguna comida típica.
Enviudó dos veces. Dijo que está dispuesto a casarse una tercera vez si encuentra una mujer trabajadora y sensata, porque considera que una vivienda sin mujer nunca es un hogar completo.