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Muchas personas pudieron apreciar desde gran parte del país unas “bolas de fuego” en el cielo. Las mismas eran a consecuencia del reingreso a la atmósfera y desintegración de un cohete lanzador de satélites chino.
El astrónomo aficionado Nicolás Masloff afirmó que minutos después, en Canindeyú, un grupo de personas escuchó un fuerte estruendo y que a la mañana siguiente encontraron una esfera metálica de “origen desconocido” en un pequeño cráter.
El profesor Blas Servín recibió las fotografías del objeto y para confirmar su teoría consultó con Masloff si podía estar relacionado con el cohete chino. Ambos especialistas confirmaron que se trata de un tanque de titanio usado para almacenar hidracina, de casi 7 kilos.
“La hidracina es un químico altamente tóxico y peligrosamente inestable, componente del combustible de ignición ultrarrápida para pequeños motores de alta precisión (motores hipergólicos), utilizados en las etapas superiores de un cohete, naves espaciales o satélites, para realizar correcciones de órbita y de orientación”, explicó Masloff.