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El camino de acceso por tierra ya fue arreglado en gran parte con máquinas de la Gobernación de Boquerón, pero varios de los alumnos proceden de zonas muy alejadas del local escolar. En parte del tramo utilizan canoas para cruzar el río a fin de poder llegar a la institución.
Desde lejos vienen los alumnos, de más de 120 kilómetros, porque los padres de familia confían en los docentes, comentó el profesor Vidal Ávalos.
“Los padres llevan sus niños hasta la orilla del río en motocicletas o en camionetas. Después los chicos pasan en canoa para llegar a la escuela, que está al lado de un brazo del Pilcomayo. Aquí la mayoría de los chicos queda en un internado”, explicó el docente.
El profesor Vidal Ávalos sueña con que entre esta semana y la siguiente se sumen más niños. “Pensamos alcanzar nuevamente la misma cantidad de alumnos que el año pasado, si Dios quiere”, expresó.
En Boquerón las clases ya comenzaron el 12 de febrero. En Margariño se iniciaron las actividades al mismo tiempo, con pocos niños y sin los kits escolares. Las canastas de útiles llegaron recién el viernes 23 de febrero, 11 días después del primer día escolar, comentó.
“Cada alumno recibió su kit escolar, contentísimos estuvieron”, resaltó el profesor Ávalos. También llegó la merienda escolar, con bananas y leche.
Ávalos enseña en Margariño desde el año 2000 y cada vez que viaja a otras comunidades aprovecha la oportunidad para llevar árboles frutales para plantar en el patio de la escuela. A los niños les encantan las frutas y por eso todos están contentos que el agua del Pilcomayo haya vuelto a mojar el suelo de Margariño, al referirse a la crecida del río luego de muchos años de ausencia.
El agua que ingresó a la comunidad generará la humedad suficiente para que los árboles crezcan y tengan frutos, mencionó.