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Las tierras fueron adquiridas por la Asociación de Servicios de Cooperación Indígena Menonita (Ascim), que les entregó el título sobre 3.404 hectáreas, dando tranquilidad a los aborígenes y que posibilita más cooperación oficial. Con esfuerzo propio, asesorados por la Ascim y con aportes de la Gobernación de Boquerón y de la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), las familias lograron arrancar un desarrollo comunitario que hasta les permitió vender alimentos agrícolas a vecinos no indígenas de la zona.
El anciano Félix Zacarías expresó satisfacción por el logro, después de “mucha lucha”. El pastor de la comunidad, Enrique Pelco, manifestó su deseo “de gozar y alabar a Dios por todo lo que nos ha dado”.
En la comunidad viven 321 personas. Se dedican a la producción de batata, sésamo, poroto y tártago, además tienen un piquete comunitario de 400 hectáreas de pastura con 300 animales vacunos y algunos trabajan en estancias.
El exdirector de la Ascim, Eduardo Klassen, quien acompañó de cerca los inicios de este asentamiento, dijo que la clave del éxito fue no entregarles solamente las tierras, sino acompañarles de cerca desde el primer momento y la voluntad firme de los nativos.
El presidente y vicepresidente de la Ascim, Dietrich Franz y Gustav Sawatzky, respectivamente, destacaron que la tierra propia motiva a seguir buscando el desarrollo autónomo. La fórmula de trabajo con los aborígenes es la cooperación, dijeron.
Wilfried Dück, actual director de la Ascim, informó que para el presupuesto de esta ONG las cooperativas e iglesias menonitas aportan G. 9.300 millones en 2016. Actualmente, trabajan con 17 comunidades (16.000 indígenas) y en 60 años se consiguió adquirir 160.000 hectáreas de tierras indígenas, de los cuales 140.000 hectáreas ya fueron entregadas.