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La única inversión de un volumen considerable y que evitó la desaparición de los pueblos del sur fue realizada por el empresario italiano Paolo Alberzoni, quien, a pesar de todos los factores adversos, decidió en 1929 instalar en la capital del Ñeembucú, Pilar, la más grande industria textil que hasta hoy cuenta el país. Este europeo visionario murió soñando con rutas asfaltadas y un puerto moderno en Pilar, que le permitiera desarrollar aún más la industria que por más de 80 años fue el puntal de la economía departamental.
Después de 40 años de su fallecimiento, continúan aislados y sin ruta asfaltada 15 de los 16 distritos del departamento. En las últimas décadas, en vez de avanzar con nuevas alternativas para la conexión con el resto del país y el exterior, específicamente Argentina, se ha retrocedido de manera mayúscula.
En ese sentido, el Ñeembucú perdió la comunicación vía aérea, que era una opción con los vuelos del Transporte Aéreo Militar, así como la vía fluvial, con la operación de los denominados “paquetes”, los buques Carlos Antonio López y Presidente Stroessner. Además de unir al duodécimo departamento con la capital, daban la opción de llegar hasta el territorio argentino.
Lamentablemente hoy solo queda la posibilidad de los viajes por la vía terrestre, pero los caminos de la región están intransitables.
El cambio de gobierno es siempre una oportunidad para volver a pensar en un rescate de esta histórica región. El presidente de la República, Horacio Cartes, tendrá la oportunidad de ser el que redima a los descendientes de los héroes de la Guerra del 70, que tras la contienda fueron marginados por orden de los jefes de los ejércitos de ocupación.
Paradójicamente, hasta ahora ningún gobernante ha actuado con el patriotismo y el sentido de equilibrio para evitar el injusto abandono al que ha sometido el Estado a esta valiosa parte del territorio paraguayo. Laureles, Cerrito, Villalbín, Desmochados, son algunos pueblos que han quedado varados en el tiempo, “borrados” de la memoria de los políticos, al igual que General Díaz, Paso de Patria, Humaitá, Isla Umbú, distritos regados con la sangre de miles de paraguayos que defendieron la Patria. Alberdi, Villa Franca y Villa Oliva, absolutamente relegados de la inversión estatal, sobreviven con la cooperación de sus vecinos de la provincia de Formosa.
Argentinos
Gran parte de los habitantes de la zona norte del Ñeembucú hoy son argentinos, porque sus padres, paraguayos, no han tenido otra posibilidad que verlos nacer en hospitales de las provincias argentinas, con la cobertura total de sus gastos y la ayuda necesaria para estudiar y progresar.
Los eternos ausentes
Por falta de caminos, numerosos compatriotas del sur mueren sin tener la posibilidad de acceder a tiempo a los hospitales y centros asistenciales de Pilar y otros puntos del país. En el Ñeembucú es notoria la ausencia del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) que sigue sin mirar al sur arrinconado y sus caminos “de terror”. El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) no lo tiene en cuenta y los cultivos se han reducido notoriamente en su extensión. Tampoco se ve la acción de Industria y Comercio, que ni siquiera es capaz de controlar la calidad del combustible que se comercializa en una zona donde “florece” el ordeño del carburante.
La misma decepción tienen los habitantes de la acción de las demás secretarías de Estado, que parecen ignorar la existencia de esta parte del territorio nacional.
Como la esperanza es lo último que se pierde, se aguarda que el presidente Horacio Cartes pueda interpretar esta realidad y poner fin a la postergación del duodécimo departamento.
cmartinez@abc.com.py