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FUERTE OLIMPO, Alto Paraguay (Carlos Almirón, corresponsal). La bebita, de nombre Aranza, quien falleció por neumonía grave, no pudo ser trasladada a tiempo a un centro de alta complejidad de Asunción.
Hubo un intento de evacuarla en avión ambulancia de la Fuerza Aérea, pero la inclemencia del tiempo no permitió que la aeronave aterrizara en esta localidad, que aún no cuenta con pista de todo tiempo.
Este penoso hecho muestra la crítica situación por la que atraviesa la atención a la salud de los más de 18.000 pobladores del Alto Chaco.
El Ministerio de Salud Pública, a cargo del doctor Antonio Barrios, hasta el momento no designa a médicos especialistas en áreas tan esenciales como pediatría o ginecología. Contar con tan siquiera una sala de terapia intermedia es pensar en mucho lujo, ya que el recién inaugurado hospital del distrito de Carmelo Peralta ni si quiera fue equipado con los elementos tecnológicos básicos por parte del Gobierno nacional.
Este nuevo edificio fue construido con aportes de los pobladores, ganaderos de la zona y la Gobernación del Alto Paraguay. Cuenta con dos pabellones y unas quince salas.
Las únicas cirugías que se realizan en los hospitales de la región son los partos por cesárea, apendicitis y cirugías menores, debido a la carencia de médicos especialistas y equipamiento hospitalario adecuado.
Los pacientes que necesiten otros tipos de estudios deben ser trasladarse a la capital del país o a otros centros asistenciales de otros departamentos.
Con frecuencia, los médicos clínicos asignados a los puestos sanitarios, ante tanta precariedad, se ven obligados a solicitar la evacuación de los enfermos graves, sea por avión o por embarcaciones que surcan el río Paraguay, debido a que gran parte del año los caminos del Alto Chaco están intransitables.
La gobernadora Marlene Ocampos (ANR) dijo que desde abril pasado reclaman al Ministerio de Salud la provisión de equipos, pero siguen esperando respuesta.
Las comunidades ubicadas hacia el centro del Chaco, zona conocida como “tierra adentro”, sufren aun más la deficiente atención médica. Suelen decir que sobreviven “al amparo de Dios”.