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SANTA ROSA DEL AGUARAY, Dpto. de San Pedro (Omar Acosta, corresponsal). En la comunidad Naranjito viven desde hace cuatro años unas 36 familias distribuidas en un inmueble de 460 hectáreas. Docentes y padres de familia hacen lo posible para que 23 niños reciban educación académica formal en medio de una tremenda precariedad.
El profesor Cristian Vega explica que cuentan con 23 alumnos en la escuela número 8.244, en la que dos docentes enseñan en clases plurigrados.
“Ya ven, bajo este precario techo sufrimos; con este frío hacemos fuego para aguantar; alguna estrategia inventamos”, expresa el docente mientras echa leña al fuego que da calor a sus pequeños alumnos y se dispone a desarrollar la clase del día.
El profesor se muestra impotente ante tantas dificultades por la falta de infraestructura adecuada.
“Usamos como silla y mesa los trozos de madera, también ladrillos y pedazos de tabla como mesa para que los niños puedan escribir. No tenemos agua potable ni energía eléctrica”, lamenta el educador.
Agrega que en estas condiciones es difícil lograr el proceso enseñanza-aprendizaje con los niños.
“No podemos dar educación de calidad, pero hacemos lo posible para que aprendan algo los niños”, expresa Vega.
En la institución no reciben kits escolares del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y tampoco son beneficiados con la merienda escolar por la Gobernación de San Pedro o la Municipalidad santarroseña.
El líder de la comunidad Naranjito es Hilario Torales. Comenta que 36 familias mbya guaraní habitan en el inmueble de 460 hectáreas donde las necesidades para una vida digna son múltiples.
“El pequeño techo que tenemos en la escuela solo sirve para sombra. Muchas veces hemos solicitado a las autoridades la construcción de aulas, pero no nos hacen caso”, dice el cacique.