El joven que vende pizzas para poder estudiar

Los escasos recursos económicos, la distancia y la indiferencia del Gobierno no fueron suficientes obstáculos para detener a Juan Servín Garcete, un estudiante de medicina que para solventar sus gastos vende pizzas caseras.

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Es oriundo de Fuerte Olimpo y cursa la carrera en la Universidad Nacional de Concepción (UNC).

“Siempre le decía a mi mamá: yo quiero ser doctor”, cuenta Juan Servín Garcete (26 años), oriundo de Fuerte Olimpo, capital del departamento chaqueño de Alto Paraguay, distante a unos 800 kilómetros de Asunción.

Desde pequeño sabía lo que quería ser, pero cuando terminó el colegio la realidad y las responsabilidades se antepusieron a sus sueños y tuvo que buscar trabajo y ayudar en la casa.

Sin embargo, Juan no dejó de abrazar las esperanzas. Cuando supo que en Concepción tenía la posibilidad de estudiar medicina en la Universidad Nacional, tomó sus cosas y se trasladó a la capital del primer departamental, situado también a 800 kilómetros de Fuerte Olimpo.

En el año 2013 se inscribió en el cursillo y rindió a inicios de 2014, ingresando en el puesto 38 de los 40 cupos disponibles. Juan cuenta que al inicio de las clases no tenía materiales, recurrió a sus compañeros, a quienes bien recuerda, porque fueron quienes le ayudaron con los libros para poder estudiar.

“Siempre tuve el deseo de estudiar en una Universidad Nacional, por la calidad de la enseñanza y por otro lado porque no se paga nada en comparación a las universidades privadas”, recuerda.

Juan es hijo de doña Lidia Garcete y don Juan Francisco Servín, ambos de 65 años, padres de otros cinco muchachos. Sus padres en la medida de sus posibilidades le mandaban dinero para ayudarle, pero, además de los gastos en materiales didácticos, solamente en alquiler y alimentos el joven necesita poco más de G. 1.000.000 al mes.

Por eso Juan aprovechó otra de sus pasiones, la gastronomía, para poderse ganar unos guaraníes que le permitieran subsistir.

Los domingos, que generalmente son los únicos días que puede –ya que entre semana son normalmente 14 a 16 horas de estudio entre la facultad y la casa–, se dedicaba a hacer pizzas, panes, platos fríos sobre pedido para cumpleaños y otras cosas que vendía a sus conocidos.

El jueves 19 de febrero Juan rindió su último examen del primer año, un examen que pasó con nota 5, la mejor nota en nuestro sistema de evaluación.

“Después de ese examen que pasé con un 5 todo el mundo ahí hablaba de vacaciones y yo no, sabiendo que mi situación no es tan satisfactoria, dormí cuatro a cinco horas ese día y dije: ‘no, yo a partir de hoy tengo que trabajar’. Ese mismo día me hicieron 15 pedidos (de pizza) porque justo fue un viernes, y viernes tiene mucha salida”, contó.

Ese día, debido a la cantidad de pedidos, pensó que podía aprovechar este mes de vacaciones para vender al menos 15 pizzas por día, y lo único que le faltaba era un medio para difundir.

Entonces pensó en su perfil en la red social Facebook y tomó “una pequeñísima parte” de su historia, la escribió y la única ayuda que pidió fue que le hagan pedidos de pizza.

Si bien esta es la primera vez que tiene tiempo libre desde que se inscribió en el cursillo, y a pesar de que en poco más de dos años no volvió a su Fuerte Olimpo natal y vio a su madre solamente en el ingreso y en la Navidad pasada, decidió quedarse a trabajar para poder seguir su carrera.

Una vez terminada la carrera y después de especializarse quiere ejercerla en Fuerte Olimpo para ayudar a la gente de su comunidad, que, según cuenta, tiene un escaso acceso a salud. De hecho, es la realidad del departamento de Alto Paraguay.

Juan, además de su amor por la medicina y por la gastronomía, tiene un único y enorme amor y lo expresa clara y firmemente: su mamá.

Ella es su inspiración, la mujer que según cuenta ha dado todo de lo poco que tiene para que él salga adelante, y por eso cuando sea un profesional espera darle todo, todo lo que necesita y quiere y que esté a su alcance.

“Mi mamá para mí al menos es una inspiración, porque es la persona que estuvo apoyándome a pesar de que ella no concluyó sus estudios secundarios. En lo poco que podía hacer vendiendo cosas caseras me ayudaba, me enviaba dinero a la semana, era poco, pero para mí era el mundo”, dice.

Durante la entrevista Juan dijo que espera que su historia sirva para que las autoridades del Gobierno reflexionen sobre la necesidad que hay de becas que ayuden a jóvenes que quieren salir adelante.

Juan Servín Garcete asegura que golpeó varias puertas en el intento de conseguir una buena beca o un apoyo integral, “tanto por mi situación económica como por mis buenas calificaciones en el primer año de la carrera (cuento con un promedio general de 4,3), pero solo he recibido promesas”. Destaca que es actualmente el único joven de Alto Paraguay que está cursando la carrera de medicina en una universidad nacional “y estoy convencido de que el día que reciba mi título y me especialice en el área que quiero seré una valiosa herramienta para mi sufrido Chaco y para mi país”.

Menciona que en 2014 recibió una beca semestral de G. 800.000 de la Gobernación de Alto Paraguay y dice estar agradecido, pero que no le alcanza para cubrir ni sus gastos básicos (alquiler y alimentación).

flavia.borja@abc.com.py

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