Cargando...
QENKUKET, Paraguay (Por María Sanz de EFE). A las cuatro de la tarde los jóvenes de la comunidad sustituyen sus habituales chanclas de goma por las botas de tacos que se usan para el fútbol, y se acercan a la pequeña cancha instalada a la entrada del asentamiento donde residen.
Algunos combinan la indumentaria deportiva con las pulseras de hilos de colores características de la artesanía tradicional que es uno de los medios de vida del pueblo maká, originario del Chaco paraguayo, pero asentado cerca de Asunción desde 1944.
Todos ellos son integrantes del Sportivo Maká, el primer club de fútbol integrado únicamente por indígenas de este pueblo, que desde que se fundó hace un año y medio ha logrado ya hacerse un hueco en la liga local de Villa Hayes, el municipio más cercano a Qenkuket.
El club cuenta con dos divisiones: una categoría juvenil, con jugadores hasta los 20 años, y otra adulta, que está empezando a despuntar en la liga local.
Además, el equipo participó el mes pasado en el primer Campeonato Nacional de Fútbol de los Pueblos Originarios celebrado en Paraguay, que contó con la presencia de once clubes de diferentes pueblos indígenas, como los avá guaraní, los enhlet o los qom.
Selección nativa
De entre todos los participantes, se convocó a 34 jugadores para después formar la Selección Paraguaya de Fútbol de los Pueblos Indígenas, que por primera vez representará al país en el Campeonato Indoamericano de Fútbol, que arrancará en Chile el próximo 16 de julio.
Uno de los elegidos fue Enrique Flores (Tsootenek, en maká), de 24 años, que juega en el Sportivo Maká y contó a EFE que el fútbol es para él “una oportunidad de viajar y conocer otros lugares y otros pueblos”.
“Tenemos el sueño de poder viajar afuera –del Paraguay– para jugar al fútbol y, por qué no, que haya jugadores maká en equipos o ligas de otros países. Queremos que se conozca quiénes somos los maká en otras partes del mundo, y que sepan que somos indígenas, y además sabemos jugar buen fútbol”, observó Flores.
Relacionamiento
El entrenador del equipo, Patrocinio González (Enen, en maká), dijo a EFE que el fútbol es además una manera de “buscar la amistad y el intercambio con otros pueblos con los que los maká nunca habían hablado”.
González pasea con aire serio entre los jugadores que realizan el calentamiento y les dirige algunas indicaciones, todas en la lengua maká, que el pueblo conserva celosamente como su idioma principal.
Minutos después, los chicos corren tras el balón, saltan para rematar con la cabeza o se lanzan pases interminables de un extremo a otro de la cancha, rodeada por plantaciones de bananita, el fruto que presta su nombre a la comunidad Qenkuket.
Jorge Benítez (Chulikin, en maká), directivo del club, aseguró a EFE que el fútbol puede ser beneficioso para la comunidad entera, gracias a que otros clubes pueden estar interesados en la compra de jugadores del Sportivo Maká, lo que reportaría ganancias económicas.
“Estamos pensando progresar y tratar de levantar la comunidad con nuestros jugadores. En cada partido estamos demostrando que ellos pueden estar en equipos extranjeros”, afirmó Benítez.
Exclusión
Pese a que las alusiones a los aborígenes son frecuentes en las crónicas deportivas, los nombres y los logotipos de clubes de fútbol en varios países de América Latina, en Paraguay la inclusión de los indígenas, que representan un 1,7% de la población, en los planteles de los clubes de fútbol de la primera división es prácticamente inexistente.
Paradójicamente, una teoría basada en documentos históricos apunta a que los indígenas guaraníes de Paraguay serían los inventores del fútbol, inspirado en el “manga ñembosarái” (“juego de la pelota con los pies”, en lengua guaraní) que presuntamente practicaban los miembros de este pueblo indígena en las reducciones de los misioneros jesuitas en el siglo XVII.