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“Valoro el trabajo de las personas que se manifiestan contra la corrupción. Les motivamos a que sigan trabajando por un país mejor”, expresó en alusión a los grupos de personas que escrachan a las autoridades sospechadas e investigadas por hechos de corrupción.
Hay nuevos vientos de cambio y signos de esperanza, dijo el prelado. Eso es gracias a muchos laicos que tomaron el compromiso de combatir la corrupción que corroe a la sociedad, como la injusticia, los asaltos, la violencia, los robos desmedidos que son cuestiones que afectan profundamente a toda la comunidad paraguaya, dijo.
Agregó que el gran desafío es continuar con ese deseo de superación. “Lo importante es mantenerse en la lucha constante y vencer ese mal que nos sofoca y no nos permite ser libres”, señaló el obispo.
El signo más importante de esperanza es que la población ya se ha cansado de tanta pobreza, miseria e injusticia. Eso obligó a las autoridades a atender las necesidades del pueblo, dijo.
Añadió que muchas veces las autoridades tienen en sus manos los medios y la posibilidad de hacer las cosas y no lo hacen muchas veces por capricho o mezquindad.
El pastor católico dijo que las autoridades que no hacen bien las tareas y hay una constatación de este hecho, como cualquier ciudadano deben asumir las consecuencias, ser sancionadas y rendir cuentas y con mayor razón las de los municipios, como el de Ciudad del Este que manejan muchos recursos. Miles de personas dependen del buen manejo de esos recursos públicos, afirmó.
“El que nada debe nada teme. Los pedidos de intervención no tienen por qué dar miedo. Dejemos que se vea, que se investigue y si nada se encuentra, perfecto continuemos adelante”, expresó el obispo.
Monseñor Escobar dijo que “nos dimos cuenta de que había muchos manguruyuses en el país que robaron y dilapidaron por años los recursos públicos y que eran intocables”.
“Celebro que la justicia haya llegado por fin en algunos casos”, enfatizó.