Católicos celebraron el tradicional Kurusu ára con chipa y karu guasu

Kurusu jegua, chipa, rosarios de maníes, procesión de la cruz y el karu guasu fueron algunas de las tradiciones que cientos de feligreses llevaron a cabo para recordar ayer el Kurusu ára en la ciudad de Luque. En Asunción tampoco faltó la tradicional celebración religiosa.

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LUQUE. Gladys Villalba, corresponsal. Con la procesión de la santa cruz, dieron inicio a los festejos patronales en la compañía Kurusu Ñuatî con el acompañamiento de una banda musical y jinetes. Posteriormente, el padre Gustavo Zaracho presidió la eucaristía y exhortó a los presentes “a aprender a cargar con la cruz que a cada uno le toca vivir”.

“El amor de Dios se manifiesta en el misterio de la cruz, que simboliza el triunfo de Jesús sobre el pecado y la muerte. La cruz no es un artículo decorativo y deberían saber utilizarla para orar e interceder por otros. No traten de que otros carguen con la cruz de cada uno”, señaló durante su homilía el religioso.

Por otro lado, en la compañía “3 de Mayo”, madres y padres de familia trabajaron durante tres días en la organización de los festejos patronales. Así, el martes elaboraron 45 kilos de deliciosas chipas para el famoso kurusu jegua donde fue colocada la cruz. El miércoles, unieron fuerzas para adelantar la preparación del tallarín y sopa que fueron cocinados el jueves. Del almuerzo asistieron unas 300 personas de la comunidad, invitados especiales, además de vendedores ambulantes que se encontraban en el lugar.

El diácono Eladio Espínola, encargado de la cuasi parroquia Ñandejára Kurusu, de la localidad de 3 de Mayo, hace un año fue designado administrador del lugar. El mismo destacó la hospitalidad de los pobladores, especialmente la responsabilidad de los jóvenes quienes durante todo el novenario y el día propio, se encargaron de la decoración de la iglesia y de la organización de actividades.

Tradición de 100 años 

En el barrio Bernardino Caballero de Asunción, la familia Antar celebró el acontecimiento religioso con el mismo entusiasmo de siempre, como desde hace casi 100 años. Jorge Antar cuenta que la tradición viene de generación a generación. Él aprendió esto de sus padres y ellos a su vez lo heredaron de sus abuelos. 

Cuando rememoró sus inicios, Antar explicó que se puso en contacto con su tía de 86 años. Ella le comentó que esta tradición la familia la mantiene desde hace varias décadas.

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